Un universo, un agujero negro, un mundo, una ciudad, unas afueras, un hospital de estilo brutalista, una puerta principal giratoria, un ascensor, mejor, una escalera de caracol, un pasillo, una sala de oncología de esas de dar resultados, una mujer pelirroja y alguien sin definir, es decir, a convenir.
-¿Ve esta bata blanca? Representa el bien y el mal. Así que usted que está sentado, incluso arrellanado en la butaca de las butacas detrás de este dique de contención que nos une y nos separa, debe respetar lo que contiene este sobre, el sobre de los resultados. Compórtese como alguien a convenir que es.
-Pero, ¿me ocurre algo?
-No sé, depende de cómo vaya la conversación, pero esa pregunta no deja de ser una ocurrencia.
-Pero, entonces, sí me puede pasar algo.
-Ya sabe, si pasa algo, saludos de mi parte. Aparte todo pasa tan rápido que el saludo debe ser lo primero. Despedirse ya es otra cosa. Debería demorarse. Y ahora escriba sobre el sobre de estas pruebas con resultados el siguiente texto. “Púlseme el resorte de mi lunar con su dedo anular y todo desaparecerá, incluso los diques”. Quiero ver su letra para inventarme su pronóstico.
-Ya está.
- Y por supuesto siéntase libre para considerarse una piltrafa humana. No se contenga.
-¿Humana?
-Sí, no tengo yo pinta de veterinaria a pesar de que llevo brazaletes de escarabajos aztecas. Veamos, su caligrafía extrañamente revela dotes de mando y de cumplidor de destinos. Curioso, no corresponde a alguien vulnerable como podría ser usted en esta situación. Camaleónico, escurridizo y con gran sentido del disimulo. En todo caso, antes de quitar el lacre del sobre, usted tiene tres opciones:
*Opción alfa: Confiar en mí, esta es la fácil.
*Opción beta: No confiar en mí, está es la difícil
*Opción gamma: Buscar una segunda opinión para lo que necesitará un análisis de sangre de la arteria aorta del corazón.
-¿Corazón?
-Mire, voy a abrir el sobre y le voy a decir los resultados, que tengo más pacientes…Me está poniendo nerviosa con su actitud incierta y afable. Aquí dice que usted es O negativo.
-¿Ya está?
-¿Cómo que ya está? ¿Quién dice los resultados? ¿Usted o yo?
-Yo no digo resultados, yo cumplo sentencias. Sí, cambian las tornas.
-¿Quién es usted? ¿No me irá a decir en plan legionario que ahora en realidad soy yo la novia de la muerte?
-Bueno, llevo un camafeo con la letra M.
-¿Pero usted me ama o me necesita?
-Solo, hoy lo estrictamente necesario.
-Caballero, o lo que sea, ¿podría resumir?
-Hoy.
-¿Bien podría pedir tres últimos deseos? Desearía dejar de estar rodeada por esas guadañas apuntándome ahora que observo que empieza a desaparecer el dique de contención entre usted y yo.
-No se preocupe, llevan silenciador. Y no se olvide que no soy precisamente el genio de la lámpara.
-Ya, pero para lo implacable que es, me parece usted alguien delicado, cumplidor y razonable. Casi admirable. Mi segundo deseo. Me han dicho que usted es un gran descriptor. ¿Me podría describir una escena en la que salga yo en lo alto de un dique de los Países Bajos?
-Claro, faltaría más: Está usted, a la que llamaré Doctora, sobre un pedestal anclado por medio de tornillos semioxidados sinfín a un dique de contención cerca de la isla holandesa de Neeltje-Jans. Erigida y envuelta en un vestido de organzas, sedas, tules y linos al borde de la transparencia por la vaporosidad que los caracteriza. Hierática, serena, altiva y bella. Hay tempestad ineludible en el Mar del Norte y la gravedad hace que flote la furia de sus espumas hasta sedimentarlas en tierra firme. Mece con su firme mano diestra un blue ray de Esplendor en la hierba y con su trémula mano siniestra agita acompasadamente un tulipán negro, salpicado constantemente por licores entre gélidos y cálidos, quizás fermentados por esas mencionadas espumas, cuyos pétalos se desprenden para fertilizar con sus todavía vivos nutrientes los pólders para formar ya parte de ellos. Esos terrenos medio embardunados que se les gana al mar como usted ahora quiere ganar tiempo.
-Solo un deseo más y huiré para siempre.
-Usted no huirá. La dejaré escapar porque sé indudablemente cuál es su último deseo lo que conlleva que este dique de contención entre usted y yo, desparecerá. En el sorteo de hoy las palabras complicidad y demora han resultado agraciadas.
-Pero, ¿eso puede pasar?
-Puede pasar y puede ocurrir y no es ninguna ocurrencia. Como usted dijo, depende de cómo vaya nuestra conversación y lo que acontecerá después. Abra el sobre y mire detrás del resultado de las pruebas.
-Es una partitura de El pájaro de fuego de Igor Stravinsky. Este era mi deseo, bailar con usted sobre este dique ya sin contención y que sea lo que sea, sin convenir.
-¿Ve esta bata negra?
-Sí.
-Pues dejemos que su bata blanca y mi bata negra se dejen llevar por el ballet de El pájaro de fuego y adoptemos una actitud de urgencia para esperar.
Dos batas, una sala de dar resultados de ida y vuelta, confundidos, un pasillo, una escalera de caracol, mejor, un ascensor, una puerta principal giratoria, un hospital de estilo brutalista, unas afueras, una ciudad, un mundo. Un universo. Sin rastro de un agujero negro. Hay veces que los diques pueden y deben contener aunque no por siempre.