«XXI Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe 2017»
He de comenzar expiando mi culpa… culpa por desconocer hasta este momento a Jesús Tíscar Jandra. Por otra parte, me alegro de estos desconocimientos porque eso me obliga a ponerme las pilas y seguir aprendiendo y sorprendiendo.
La primera sensación que tuve al tener en mis manos la novela, fue de curiosidad y asombro por el título La japonesa calva… Comienzo a leer, avanzo y algo me empieza a llamar la atención: el estilo narrativo, la estructura y la prosa, prosa repetitiva, reiterativa; según el autor, exactamente igual a como hablamos. Una forma de narrar muy complicada ya que tiene que hacerlo de forma que no agote al lector y no pierda de vista la esencia de la historia.
Parece ser que el autor no sabe que ha escrito una novela negra «Yo no escribo novela negra. Creo». Por lo que alguien está equivocado: Jesús Tíscar o el jurado del Premio Novela Negra Ciudad de Getafe.
Maneja los personajes con gran maestría, entran, salen, se cruzan todos en un reparto perfectamente medido y muy al estilo teatral.
En el extrarradio de aquella España de 2016 gobernada en funciones, la joven Kazumi Kuriwako explota lucrativamente el extraordinario poder de sus manos realizando masajes terapéuticos y eróticos en su domicilio; un guardia civil uniformado, armado y llamado Franco Baena se ajuma de amargura y ron blanco en el café-bar Ozáez; la atractiva e irreemplazable Cobriza Pemberton contrata a un hacker feo e impostor que le saque de las dudas que alberga sobre la verdadera importancia de sus cuernos; una choni trastornada por una imaginación absurda recibe el wásap de un adolescente trepanado, muerto y abandonado junto a la mitad de un kayak y un psicópata criminal completamente inepto y de aspecto lolailo sueña con salir en los telediarios como el asesino en serie más famoso de su barrio…
Las vidas y acciones de estos seres, entre otros, convergerán al cabo de dos hilos narrativos, a veces amargos, a veces disparatados, a veces muy duros, entre los cuales deambula con sus piernas castigadas Luciana Crespillo, que es una señora de esas que temen a los perros grandes y a los pasos de aire y que, una noche y por casualidad, conocerá a la japonesa calva en un kebab pringoso y se verá envuelta en la pesadilla más entretenida de su desgraciada vida.
Novela distinta pero necesaria para los amantes “negros”.
Jesús Tíscar Jandra (Jaén, 1970). Escribe cuentos, novelas, artículos, guiones y obras teatrales. En la actualidad ejerce profesionalmente como actor y reside en Santiago de la Ribera (Murcia). Es autor de cinco obras teatrales y seis libros publicados, siendo el más reciente Memorias de un gusano (Ediciones RaRo). Asimismo, atesora en su haber más de treinta galardones literarios, entre los que cabe destacar el XXV Premio «Felipe Trigo» de Novela, el XV Certamen Literario «Villa de Colindres», el XXXIII Premio de Narrativa «Antonio Porras» y el VII Certamen de Literatura «Miguel Artigas».
Jesús Tíscar se confiesa con los lectores de…Agitadoras…
P.- Por si hay algún despistado ¿Quién es Jesús Tíscar??
R.- Es un escritor que mientras responde a estas preguntas está cumpliendo 48 años, nacido en Jaén, que escribe desde los 9 y que sigue empeñado en dedicarse a esto. Poco más. Sobre todo, porque más sería mucho.
P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace La japonesa calva?
R.- Hace poco menos de un año, sin saber por qué, se me instaló una imagen en la mente: una septuagenaria atravesando un barrio chungo para que una japonesa que da masajes sexuales le alivie el dolor de las piernas. A partir de ahí, surgió todo lo demás.
P.- ¿Qué ha supuesto, para usted, recibir el Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe?
R.- Dinero y proyección, que se me conozca algo más, que me lean, que es para lo que escribo. Sinceramente, ya estaba un poco harto de ser un “autor de culto” y hasta “maldito”, sea lo que sea eso. La edad…
P.- La forma en que está redactada la historia me ha llamado poderosamente la atención. ¿Tenía previsto ese tipo de prosa o salió así, sin más?
R.- No sólo estaba prevista, sino que al principio era “peor”, en las primeras versiones me recreaba el doble con el soniquete, el vaivén y la repetición, pero finalmente recorté y limé y reduje un poco, porque entendí que el exceso (con el que yo disfruto escribiendo) iba a terminar cansando al lector. Quise reproducir la forma un poco machacona en que, por lo general, nos contamos las cosas oralmente.
P.- ¿Hay algún autor del género negro que se pueda considerar de culto para usted?
R.- Apenas he leído género negro. Y de lo poco que he leído, ningún autor me ha llamado a ese “culto”. Ahora, tras el Getafe de Novela, he leído a alguno de mis contemporáneos y, sin duda, me quedo con Alexis Ravelo.
P.- En sus novelas, prefiere ¿sangre o psicología? ¿Arma preferida a la hora de matar??
R.- Un poco de ambas. O mucho de ambas. Y como arma, el almocafre*, sin duda. Soy muy de drama rural.
P.- Valore la novela negra española frente a la de otros países.
R.- Me remito a la respuesta anterior. Es que no soy lector de novela negra. Ese es mi “pecado”, habiendo ganado un premio del género. Yo no escribo novela negra. Creo.
P.- ¿Hay algún tema que no trataría nunca en sus novelas?
R.- Mientras pueda, el único tema que no trataría sería el que me aburra o no me interese. Por lo demás, no, ninguno. Jamás he sentido prejuicios o remordimientos morales a la hora de escribir.
P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos? ¿Qué está leyendo ahora mismo?
R.- Muchos. Todos, diría. Pero siento especial gusto por la narrativa española de posguerra. Autores: Umbral, Marsé, Cela, Delibes, Stephen King, Ignacio Aldecoa, Carmen Laforet… Ahora mismo estoy leyendo El joven sin alma de Vicente Molina Foix.
P.- Cuando escribe ¿lo hace pensando en el lector?
R.- Sí, pero que no se me ponga muy tiquismiquis porque entonces me desentiendo de él y me escribo yo. En serio.
P.- Como lector, prefiere: ¿libro electrónico o papel?
R.- Papel, pero habrá que adaptarse a lo que venga. Y esto lo digo con toda la resignación. Aún no he tocado un libro electrónico.
P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- Pues las he ido olvidando, la verdad, aunque nunca he tenido muchas. Más que manías, vicios: tabaco. Eso es imprescindible. De liar, Manitú. Bueno, y agua. Mi novela Memorias de un gusano empecé a escribirla con cantos gregorianos sonando y ya no pude prescindir de ellos. Y después está el tema del tipo de letra y de los márgenes y todo eso, ahí sí me pongo insoportable conmigo mismo, porque no soy fiel a ninguno.
P.- ¿Qué le diría a un lector que no conozca su obra para que se acerque a sus novelas?
R.- ¿Además de “compra mis libros, que tengo hambre”? Le diría que no soy un novelista convencional y que me acerco a todos los filos, tanto por mis temáticas como por mi estilo a la hora de narrar. Le diría que me pueden aborrecer, pero que, si eso ocurre, les va a gustar.
P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta ahora.
R.- Una vez me pagaron un premio literario en una cervecería, a las tres de la mañana, todos borrachos, y en efectivo, en un sobre que tenía el membrete de Tapicería Sánchez, la peña me rodeó entonces para que me gastara el dinero allí, invitándolos, tuve que salir por patas…, pero esto creo que ya lo he contado alguna vez. La “curiosidad” que tengo en mente no la puedo contar. Lo siento.
P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿Son?
R.- Escribir. Ya no sé hacer otra cosa. Una pena.
*Apero de labranza parecido a una azada pequeña con dos dientes curvos; se emplea para escardar, limpiar la tierra y trasplantar.