(Para las mujeres periodistas (mi hija Dulce entre ellas) en el día de la mujer).
Con mucha frecuencia, las leyendas y mitificaciones esconden verdades de algo que sucedió, pero que ha sido superado en el tiempo, sin embargo, el remoto origen de ciertos acontecimientos, se adorna a veces con el ropaje de los relatos fantásticos.
Existen suposiciones que opinan que la mujer pudo ser la inventora de la escritura. El sedentarismo, y posiblemente la economía del hogar en el que se quedaría, son aspectos, ambos, más propicios que el nomadismo para el desarrollo de caracteres escritos, y esto la llevaría a expresar con ideogramas, plasmados en cualquier superficie desde el cuero, los huesos, o la misma pared de la caverna, ciertas constataciones, ya agrícolas, administrativas comerciales, e incluso sociales, que no deseaba olvidar, o trasmitir a los demás, tan es así que incluso se le atribuye a la diosa babilónica Tasmetum, esposa de Nabu, dios de la sabiduría y de la escritura , el ser la inventora de la escritura cuneiforme .
Del reinado de Naram-Sin , rey Acadio que dominó Mesopotamia, por el 2200 a.C, se ha encontrado un texto escrito por Enheduanna, una sacerdotisa En , escriba en el templo de Nannar, en Ur. La historia narra en primera persona el sufrimiento de la sacerdotisa, que ha sido expulsada de la ciudad de Ur por el lugal (Gobernador, o rey locallocal).
Podría ser un relato, sin base real, pero en el caso de existir esta Enheduanna, debía de ser una excepción porque según nos cuenta Noah Kramer en La historia empieza en Sumer.
“ En los millares de tabletas administrativas publicadas hasta la fecha y que corresponden aproximadamente al año 2000 a. de J. C., se hallan mencionados en calidad de escribas los nombres de unos quinientos individuos, y, para mejor definir su identidad, muchos de estos escribas anotan, a continuación de su nombre, el de su padre, indicando al mismo tiempo su profesión. Después de haber compilado cuidadosamente estas tabletas, Schneider comprobó que los padres de los escribas (escribas que habían pasado todos por la escuela) resultaban ser los gobernadores, los «padres de la ciudad», los embajadores, los administradores de los templos, los oficiales, los capitanes de navío, los altos funcionarios de hacienda, los sacerdotes de diversas categorías, los administradores y directores de empresas, los interventores, los contramaestres, los mismos escribas, los archiveros y los contables. En resumen, los escribas eran los hijos de los ciudadanos más ricos de las comunidades urbanas.
No consta ni una sola mujer como escriba en estos documentos; es, por lo tanto, muy probable que la masa de los estudiantes de la escuela sumeria estuviese constituida exclusivamente por hombres.”
Es cierto, que la escuela sumeria se había constituido en un primer momento en unas dependencia del Templo, y podría ser, que las sacerdotisas ejercieran como escribas, pero con el tiempo, esta actividad, se transformó en una institución seglar, y ya no habría lugar para las mujeres, lo que nos confirmaría la situación social de la mujer y su imposibilidad de dar el paso del Templo a la vida cotidiana, aunque en algún caso como el que indica el relato anterior, por imposición de algún gobernante, podría ocupar algún lugar en la administración pública.
Una vez más el mayor adelanto de la historia de la humanidad, como ha sido la escritura, puede haber salido de las manos de una mujer, pero su memoria, debemos adivinarla entre las brumas de los relatos fantásticos.
UN LARGO CAMINO
En la actualidad, en cualquier rueda de prensa, el número de mujeres periodistas supera habitualmente al de hombres. Pero esta situación no siempre ha sido así. Todavía los puestos de responsabilidad e incluso las grandes firmas en los periódicos, son fundamentalmente masculinas, quizás porque la veteranía lo es, mientras que la juventud, muestra de los nuevos tiempos, es fundamentalmente femenina.
En España, el punto de partida, en el que la mujer empieza a ser visible en el mundo de la comunicación, podría encontrarse en la Constitución de 1876 que recogía la libertad de prensa, pero sobre todo en la revolución de 1868 llamada la Gloriosa, en la que empezaban a desarrollarse los derechos de la mujer. A partir de esa fecha hay ya nombres de mujeres, que salen del anonimato y que empiezan a aparecer, con cierta frecuencia, para quedarse. Como Emilia Pardo Bazán, que acabó colaborando en la mayoría de los periódicos y revistas del momento, y a la que algunos consideran como la antecesora de las corresponsales en el extranjero, ya que enviaba, sus artículos desde Roma, París o Venecia, y defendía la igualdad entre hombres y mujeres; “Leo en un diario que una mujer ha sido detenida por el grave delito de fumar “desvergonzadamente” donde estaban fumando también, por lo visto con muchísima vergüenza y dignidad, varios hombres” , o Concepción Arenal, que para evitar ser discriminada por el hecho de ser mujer acudió a la universidad vestida de hombre. Pero no fue, hasta después de enviudar, cuando comenzó a firmar sus artículos en publicaciones como; La Iberia, Las Novedades y La Soberanía Nacional. Acabó fundando, en 1870, un periódico: La Voz de la Caridad, a través de cuyas páginas denunciaba la corrupción existente. Pero quizás lo más novedoso, fue, el que se convirtió en la primera corresponsal de guerra, acompañando a las tropas, montada en un burro, en la tercera Guerra Carlista. Esta experiencia le permitió escribir en 1880 “Cuadros de guerra”, convirtiéndose también en la primera mujer que escribía sobre asuntos bélicos, ya que la guerra era considerada un asunto sólo de hombres.
Pero será a principios del siglo XX, cuando mujeres como Carmen Burgos o Sofía Casanova, empiezan a abordar asuntos en sus artículos, en los que pedían que se las equiparase a los hombres, como el Derecho al Voto, o la posibilidad de liberarse de la sumisión tanto económica, como personal, en el contrato matrimonial, mediante la introducción del divorcio en las leyes.
Carmen Burgos, comenzó en el Diario Universal, en 1901, en lo que se podría llamar, en la actualidad, una sección para mujeres. Ella, sería la primera periodista profesional española. Mujeres que escribieran en un periódico había habido muchas, pero que fueran redactoras de plantilla, era la primera. Pero una de las condiciones que le fueron impuestas, fue, que debía de ocultar su nombre real, utilizando un pseudónimo, así Carmen Burgos se convirtió en Colombine. Quizás también, porque este anonimato le daba mayor libertad para poder expresarse, “Colombine”, era una polemista que sacaba a la luz la situación de la mujer en la sociedad, reclamando sus derechos, lo que provocaba grandes controversias, que la hicieron famosa.
¿Y no hubo anteriormente ninguna otra? Habría que retroceder a la segunda mitad del S. XVII, para encontrarse con Francisca Aculodi, que juntamente con Pedro y Bernardo Huarte, reproducían quincenalmente “La Gaceta Flamenca, Noticias principales y verdaderas”, una publicación realizada en Bruselas, en español, pero, además, recogían noticias locales.
Un nombre femenino, posterior, aunque puede ser ficticio y en realidad ocultar a un personaje masculino, es el de Beatriz Cienfuegos, creadora de “La pensadora gaditana”, un periódico semanal, dedicado fundamentalmente a criticar, de modo moralista, las costumbres de la época.
Pero en el S. XIX, también hay importantes nombres femeninos, como el de Concepción Gimeno, editora de “La Mujer”, y que tras trasladarse a Méjico, fundó la publicación, el “Álbum Iberoamericano”.
Todo el mundo la conoce como política, pero Margarita Nelken Mausberger, fue ante todo una excelente escritora y sus colaboraciones en la “Ilustración Española y Americana”, reflejaban en sus páginas sus ideas socialistas. Pero quien fue una periodista profesional, desde 1917, fue su hermana Carmen Eva Nelken. Sus artículos aparecieron en los más importantes periódicos del momento, con una concepción del periodismo novedoso para su tiempo, ya que pretendía, a través de sus escritos, cambiar la sociedad.
Aunque Carmen Burgos pudiera considerarse la primera periodista por estar integrada en una plantilla, en cierta manera iba por libre, haciendo artículos que se publicaban en un periódico, pero a quien se le considera la primera mujer periodista en el sentido más estricto, integrada como uno más en una redacción, fue Josefina Carabias. Esta mujer compaginó su vida familiar y laboral, manteniendo a su familia con su trabajo como periodista. Quizás su propia valía le hizo ser famosa, con poco más de veinte años, siendo cronista Parlamentaria para el periódico La Voz, con veinticuatro, y convirtiéndose en la primera locutora de noticias de la radio en la redacción de “La Palabra”, de Unión Radio. La guerra Civil, la llevó al exilio en Francia, escribiendo con el seudónimo de Carmen Moreno. Hasta 1950, no le permitirán firmar con su nombre, trabajando como corresponsal en Francia y Estados Unidos.
La situación legal, a través de los tiempos, no ha sido la misma para la mujer que para el hombre. Se la ha protegido, o se la ha discriminado e incluso ignorado, y sobre todo, en el espacio social de la vida diaria, su situación como persona ha tenido siempre un estatus diferente, al del hombre, hasta fechas cercanas, haciéndose un reparto de labores en las que el hombre tenía las grandes decisiones y la mujer realizaba las funciones auxiliares, no menos importantes, pero secundarias, cuya definición telegráfica podría resumirse en aquella frase que se colocaba en la mayoría de los formularios públicos, hasta épocas muy recientes, para definir sus situación en el entramado social: De profesión: Las labores propias de su sexo. Cuando en 1942, la periodista Josefina Carabias vuelve a España, con el marido recién salido de la cárcel, y pretende incorporarse a la normalidad, coloca en sus documentos en el apartado “profesión”; Sus labores.
-“Tache sus labores, ponga periodista y que espere”.
Fue la frase que oyó decir al jefe de servicio, cuando el funcionario de turno le pasaba a la firma su permiso de residencia en Madrid. Esta frase tenía un doble trasfondo, uno la del pasado intelectual comprometido con el gobierno republicano, y el de una mujer conocida, que se sale de la normalidad y que es castigada, y “marcada” con una profesión.
Porque tras la guerra civil, había profesiones, aptas para mujeres como; farmacéutica, secretaria, modista, institutriz, maestra, telefonista o modista, y otras que no gozaban de la imagen que se esperaba de la “condición femenina”. Esta situación fue cambiando y las revistas de la Sección Femenina, que abordaban temas “femeninos” como la moda y asuntos de sociedad, tenían a mujeres en su edición y redacción. La prensa del Movimiento comenzó a incorporar mujeres, muchas de ellas estudiaron en la Escuela de Periodismo que se fundó el 17 de noviembre de 1941.Alguna como Pilar Narvión llegó a ser subdirectora del periódico Pueblo. No era normal que llegara una mujer a un puesto semejante, a Mari G. Santaeulalia, al pretender entrar en la Agencia Efe, le dijeron que no, porque: “ me estaría vigilando todo el mundo y allí no trabajaría nadie si entraba una mujer”.
Porque, el lugar de la mujer, era el hogar.
Sin embargo hay otros nombres que forman ese elenco de pioneras en el mundo del periodismo. Fue en 1895 cuando nació la Asociación de Prensa de Madrid. La primera mujer que ingresó en la APM fue Jesusa Granada con el número 67. La segunda lo fue Atocha Osorio y Gallardo con el 1.029. Tiempo después, aparecería con el 1030 Consuelo Álvarez Pool, amiga de Colombine.
En el 2011, tras 116 años de la existencia de la Asociación de Prensa de Madrid, la periodista y licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, especializada en crónicas políticas, Carmen del Riego, se convirtió en la primera mujer en presidirla. Cuatro años más tarde, en el 2015, sería sustituída por Victoria Prego, una de las periodistas más prestigiosas, cuyo trabajo es imprescindible para conocer la Transición política española, y que salió votada con apenas 12 votos más, 699 votos frente a los 687 de Carmen del Riego. A nadie llama la atención ahora que una mujer ocupe este puesto. Pero hasta llegar a este momento han pasado, por el mero hecho de ser mujer por múltiples problemas, que en muchos casos han superado por su indudable valía.
Como, María Luz Morales, la primera mujer en dirigir un periódico, y además, de la importancia de 'La Vanguardia'. Ya con 25 años, al convocarse un concurso para proveer de director a la revista Hogar y Moda, tras enviar algunos de sus artículos es elegida, tenía sólo 25 años. La calidad de sus trabajos le abrió las puertas de la redacción de la Vanguardia. Pero con el levantamiento militar del 18 de julio del 1936, el periódico es incautado al día siguiente, por un comité obrero. El director huye el 8 de agosto. El comité de redacción, ante esta situación y con el peligro de la desaparición del rotativo, los obreros y periodistas acuden a su casa a suplicarle, que acepte el cargo, bajo la protección de la Generalitat, aunque fue advertida por algunos amigos, que era más peligroso decir que no que aceptar el cargo. Tras la toma de Barcelona en 1939 por las tropas franquistas, fue encarcelada durante cuarenta días y tras ellos, se le impidió ejercer el periodismo, aunque siguió escribiendo para diversas publicaciones.
Tras la muerte de Franco, la Constitución de 1978 establecía la igualdad ante la ley, y lo que había sido una excepción se convirtió en un hecho normal, y las mujeres comparten las redacciones los medios de comunicación, codo con codo con los hombres.