Steven Seagal cumple este abril 64 aikidos, 32 en cada patada. Ya me dirás tú si hay que hacerle la ola en el cosmos hollywoodiense, o dejar que se desvanezca en su rudo cinturón negro redentor de los males y amén. O ni lo uno, ni lo otro, oye. No sé, tú. Yo le dejaba ahí, en el meridiano. Ni p’allá ni p’acá. En la mediocridad de las circunstancias. Antes de ahora tenía un pase, porque no sabía yo cosillas de un actorazo marcial como este, pero ahora, después de antes, que ya sé unas cuantas, se me ha caído del puchero. Ni para migas con rábanos.
Que voy, ¿eh?: año 2015 (el año pasao, tampoco te estrujes mucho los pelillos). Resulta que le propongo a un amigo ir a ver una película, y me dice: “Ui…es que si no sale Steven Seagal…yo al cine, poco. Es que Seagal es lo más de lo más.” Total, que pienso: contrasta la información y no desestimes la buena prensa de este señor, que más vale Trémulo en mano que Rómulo volando (expresión de churro media manga, que ya sé que no viene a cuento, pero me ha llegado así, al vuelo, y mira...).Total, la cosa es la siguiente: hago un sondeo entre mis contactos y pregunto: “Oye, tú…¿Steven Seagal es lo más de lo más?” Y hete aquí las respuestas:
David Rivas, actor monologuista: “Pone la misma cara cuando ríe, llora, se emociona y hace de vientre (él ha dicho caga, pero bueno), que tampoco es importante, porque a Silvestre Satallone le pasa lo mismo, y ahí está, el tío.”
Jordi Salas, actor y doblador: “Pone la misma cara cuando está feliz, triste, enfadado y cuando se ha pillado los huevos con el microondas” (ya ves que los actores se mimetizan en respuestas). “Hay a quien le apasiona la capacidad de no inmutarse que tiene el tío, y para esos, cada película es un reto.”
Txema, músico, técnico de sonido y cinéfilo (aunque me ha dicho que puedo adjudicarle no sé qué actitud deformemente descerebrada, pero yo a Txema le tengo cariño, y voy a omitir el atontamiento ese que se autoadjudica). Pues Txema dice que Seagal es un crack marcial y colecciona guitarras. De sus dotes actorales no opina. Es listo, Txema. Ya te digo que le tengo cariño.
Jaume García, que también me ha dado permiso para adjudicarle la profesión que me dé la santa gana, es periodista, escritor y crítico de cine, y dice que no metería a Seagal en la categoría de cacho’ carne bautizada. Tú dirás…
David González espanta gaviotas en el puerto de Barcelona y escribe microrrelatos, y me ha respondido esta mañana que como tiene desactivado en su cerebro la parte del hipotálamo que gestiona todo lo relacionado con Steven Seagal, que no se ve con la soberana capacidad de emitir un criterio serio y contrastado, pero que pagaría una millonada de euracos por verle en Los puentes de Madison o en Forrest Gump. O en Náufrago. Tié que haber de tó…
Xavier Saisó es un crack del periodismo deportivo y no piensa ver en su puta vida (perdón por “puta”) una sola película de este tío, porque es horrible, dice. Lo mismo que Iván, que también es periodista deportivo y también dice eso. Los periodistas deportivos se mimetizan en sus respuestas. Es lo que tiene.
Mi amiga Cristina, que la tengo por una tía muy culta y muy sabia y muy buena entendedora de no pocas palabras, dice que es peor actor que Van Damme, que ya es decir. Y lo dice. Y también dice que zurraba a su mujer, que era La mujer de rojo, Kelly LeBrock, y ahí la menda y yo no le pasamos al Seagal ni el pestañeo, a ver qué se ha pensao. Eso también me lo ha dicho Sebas, que es un tío cojonudo que trabaja en la radio, como yo. Y los que trabajamos en la radio también nos mimetizamos en respuestas.
Miguel Ángel Tena sabe mucho de música, de libros y de cine, y además es terapeuta gestáltico, corporal integrativo, formado en el programa SAT de Claudio Naranjo y postgrado corporal con Cherif Chalakani. ¿Cómo te quedas? Chalakani del todo, ¿verdad? Pues Miguel me recuerda que Seagal tiende a repetir mucho una llave con la que parte el brazo por el codo. Que no quieras tú discutir con el Seagal de los huevos.
Total, que me queda poco defensor a ultranza a donde ir. Me queda Nico y me queda Toni. Toni es Toni. No digo más. ¿Qué tiene, Toni? Pues Toni tiene que le gusta mucho hablar de bicicletas. El tío le da al ciclismo que te rilas. Y también corre con las piernas que Dios le ha dao (bueno, Dios…¡o Steven Seagal!). Se pasa la vida corriendo. P’arriba y p’abajo. Es un atleta nato y no te lo acabas. En serio, lo suyo es desarrollar el gemelo. Pero también sabe una garrafa de 8 litros de cine ochentero, y ahí entra Seagal: “Un tío de principios firmes e inalterables, defensor del medioambiente, a la altura de un Chuck Norris o un McCLane en Nakatomi. Y acaba diciendo, Toni: “I love Seagal”. Bueno, porque yo a Toni le tengo aprecio, que si no…después de esto, ya me dirás… Vale, acabo con Nico Toscani. A este le ves venir a 335 trillones de leguas de viaje en helicóptero, porque, de entrada, quiere que le presente como Nico Toscani, repartidor. Vale, pero ¿repartidor de qué? ¿De pizzas? ¿De hostias? “No, no, repartidor en general.” – me dice. Ah, vale. Y Nico dice que Seagal es el único que, cuando retuerce un brazo, no sólo lo rompe, que también le da la vuelta. Y me dice más, que tengo que ver una en la que se carga a millones de rastafaris, porque es un genio serie B de cumbre de volcán Masaya. Y me pregunta, Nico: “¿Quién te ha dicho que es lo más de lo más?” Y le respondo: “Pues un tipo que sólo va al cine si sale James Bond, Darth Vader o Steven Seagal. Bueno, y ahora ha ampliado horizontes al mundo Zoolander y las miradas azules y magnum.” Y me dice, Nico: “Qué gran cinéfilo, tu colega.” Sí…bueno…a ver…cómo te lo podría contar…ya te digo…o no…u otro día te cuento…
Creo que la sinergia del sondeo…esa unión de fuerzas varias que alcanza efectividad y concordancia en la inquina genérica hacia el bueno de Steven Seagal…hace que recule en mis convicciones iniciales de sus dotes actorescas y artistiles. Oye, no sé, pero es colega de Putin, tiene sangre cherokee, toca blues, profesa budismo tibetano, maneja el sable samurái, curra para la CIA en misiones camboyanas y vietnamitas… Ya, vale, sí, de acuerdo…pero no contaban con el cocinero.