Autor: Beatriz Rodríguez. Editorial: Seix Barral (2016). 256 pgs. 18,00 €.
Cada vez que me preparo para hacer un comentario de lo leído y trasladarlo a quienes tienen la amabilidad de seguirme me asalta la misma duda: ¿Recomiendo, desde el punto de vista de un lector más, la novela o destripo la misma y saco tal o cual flaqueza que he observado en la lectura, hablo de aquellos límites que me impongo,…? Normalmente me decido por comentar mis impresiones como lector de a pié y si observo algunas cuestiones que creo deben ser corregidas se las hago saber directamente al autor.
«¿Dónde encontramos todo aquello/ que éramos en las tardes de los sábados,/ cuando el violento secreto de la Vida/ eran tan sólo/ una dulce campana enamorada?»Miguel Labordeta
Mucho tienen que ver estos versos de Labordeta con el desarrollo de las historias que se encierran en Cuando éramos jóvenes. Novela coral y generacional, con intriga añadida… Puede inducir al lector a pensar que se va a encontrar algo distinto a lo que es; digo esto porque 11 de los 20 capítulos que conforman la novela tienen títulos relacionados con la cocina… abrimos el libro con Un aperitivo y lo cerramos con Y de postre… Entre uno y otro tenemos, por ejemplo, Sangre encebollada, Habichuelas en escabeche, Ajoblanco, Migas con sardina… todos con sus recetas y modo de guiso. Nos guía una voz omnisciente que va por libre amen de una claridad total a la que se le entiende todo, a veces de más, y llevando los sabores culinarios a extremos como: “La punta del clítoris le sabía a almendras”.
La trama de la novela es un asunto criminal en un medio rural, totalmente ficticio, con una protagonista, Clara Ibáñez, que es periodista y se ve involucrada en la intriga; y sus andanzas parecen más las de un detective… lidiando con el cacique del pueblo y alguna que otra cacicada.
Clara dirige un periódico comarcal en Fuentegrande, un pueblo al que se traslada atraída por la vida tranquiladle valle. La aparición del cadáver de Fran Borrego, dueño de una gran parte de las tierras del lugar, la sumerge en una sociedad repleta de envidia, intrigas y secretos fraguados en la década de los noventa, cuando Fran y sus amigos no eran más que unos adolescentes.
¿Cuál es el móvil de un crimen? ¿En qué momento germina la idea: poco antes de cometerlo o muchos años atrás, cuando éramos ángeles y estábamos moldeando nuestro carácter y el universo de nuestras relaciones?
Cuando éramos ángeles, es una historia sobre la adolescencia, la dificultad de crecer, el sabor de pueblo, la naturaleza y las costillas adobadas. En la adolescencia descubrimos casi todo: sexo, amor, soledad, venganza, rencor, todo… La aparición del cadáver de uno de los dueños de la tierra del pueblo hace saltar por los aires la, parece ser, vida tranquila del pueblo; haciéndose visibles las miserias y rencores a través de una analepsis con la que el lector viaja a la infancia de los protagonistas.
Novela recomendable, entretenida y con mucho sabor… sabor a tierra, naturaleza y a comida, buena comida: Asadura, Bacalao dorado, Gazpacho de culantro y algunos otros platos ya señalados. Al tiempo de divertirnos y entretenernos, aprendemos. Perfecto.
Beatriz Rodríguez (Sevilla, 1980) es licenciada en Filología Hispánica. Ha trabajado como editora para distintos sellos y ha sido colaboradora en revistas como El rapto de Europa o Trama & Texturas y en guiones de documentales como La memoria de los cuentos. Los últimos narradores orales. También ha participado en la antología de relatos Watchwomen. Narradores del siglo XXI. Actualmente dirige la editorial “Musa a las 9” y el Festival de Poesía de Madrid, POEMAD. En 2013 publicó La vida real de Esperanza Silva (Casa de Cartón). Cuando éramos ángeles es su segunda novela.
Beatriz nos recibe amablemente… Gracias…
P.- ¿Cuando, cómo y por qué nace Cuando éramos ángeles?
R.- Cuando éramos ángeles surge a raíz de mi libro anterior, La vida real de Esperanza Silva, en el que narraba una parte importante de la historia desde la visión de tres niñas. Poner el foco en la infancia, tener que interiorizar ese punto de vista, me hizo pensar en la época posterior: la adolescencia. Un espacio de tiempo en el que desmontamos la idea del mundo que nos han diseñado, queriendo ser adultos, pero sin tener las herramientas intelectuales, ideológicas o simplemente vitales para hacerlo de una forma sólida. Quise llevar esta idea al límite, situando al grupo de adolescentes de la novela en un lugar cerrado, como es Fuentegrande, separado de la civilización por un puerto de montaña que delimita dos espacios: el exterior (la costa) y el interior (el pueblo). Ambos transitan entre lo real y la creación de un territorio literario en el que trama y personajes encuentran su voz.
Un espacio de vidas diseñadas dentro de unos parámetros que se acercan siempre a la violencia, a muchos tipos de violencia.
P.- ¿Podemos considerarla como una novela costumbrista?
R.- En absoluto, no tengo ningún propósito didáctico o moralizador y los personajes de la novela tienen personalidades muy marcadas, no obedecen a ningún arquetipo. El comportamiento que tienen sobre la trama, cómo se relacionan, va más allá de la pura contemporaneidad que les rodea.
P.- Novela coral con gran cantidad de personajes, donde sobresalen las mujeres. ¿A quien o quienes destacaría entre las mismas?
R.- Los personajes de Cuando éramos ángeles están supeditados al tiempo de la novela, pues a la mayoría de ellos los conocemos en dos planos: adolescencia (pasado) y madurez (presente). Sin embargo, la trama está capitaneada por Clara Ibáñez y es a través de sus entrevistas y sus reflexiones como reconstruimos los trazos que estructuran esta novela coral.
Clara ha apartado la mirada sobre su vida para convertirse en una oyente de la vida de los otros. Pisa sus frustraciones a un ritmo lento, casi paralizado, que la delata en su soledad, bebe por las noches, no mucho, solo lo suficiente para que la resaca avive ciertas lucidez y fortaleza, y está aprendiendo a convivir con un espacio impuesto y hostil. Pero no podríamos comprender a Clara sin dos personajes satélite que consolidan la historia y que apoyan la evolución de la periodista: Chabela y Fernando Alegría, vehículos con los que comienza a despertar desde el purgatorio hacia la vital dicotomía Eros y Tánatos: Chabela es el placer por la comida y Fernando, el sexo y la intimidad. Estos dos personajes, especialmente el de Chabela, conectan con el otro tiempo de la novela, puerta para conocer a aquellos adolescentes cuya historia conforma la principal línea argumental.
También nos encontramos con tres personajes clave dentro la novela, una suerte de Moiras, tejedoras del destino, aparentemente en la sombra, pero bajo las cuales se hila toda la historia: Eugenia, esclava de una belleza que la convierte en víctima y verdugo, Rosario, de carácter tímido y contenido, y la que más unida está a los valores tradicionales, y María, aparentemente la más espiritual de las tres, pero sobre la que recae un inamovible destino por el que se cruzan, de nuevo, la ambición y el poder.
P.- ¿Se identifica con alguna de ellas?
R.- Me identifico con todos los personajes sobre los que escribo, incluso con los que detesto.
P.- Encontramos violencia, música, gastronomía y sexo... ¿en que faceta descriptiva se siente más cómoda y en cual menos?
R.- No suelo sentirme cómoda escribiendo, pero algunas veces me siento feliz, especialmente cuando el texto me obedece. Creo que eso es lo más complicado dentro de la escritura, porque la voz siempre se impone y muchas veces una historia que tenías muy clara en la cabeza, adquiere unas dimensiones totalmente distintas a medida que avanza la narración. Soy feliz cuando consigo contar exactamente lo que tengo en la cabeza.
P.- ¿Tendremos más historias con Clara Ibáñez?
R.- Todavía no lo tengo muy claro.
P.- Editora/escritora o escritora/editora ¿en qué faceta se siente más a gusto?
R.- Ambas son excusas para seguir leyendo.
P.- Novela muy visual y cinematográfica ¿alguna propuesta?
R.- Todavía nada cerrado, pero parece que hay interés
P.- ¿Hay algún tema que nunca incluiría en sus novelas?
R.- Los temas me los dan los personajes, y no hay ningún personaje que no quepa en la ficción.
P.- ¿Cuales son sus géneros y autores favoritos?
R.- Como te decía, me gustan las historias que gravitan sobre sus personajes. Si el lector se cree un personaje ya tienes hecho el trabajo más duro. Me gustan mucho algunos norteamericanos porque parecen no tener complejos con esto: el estilo, el punto de vista, el lenguaje, todo parece estar supeditado a la voz de estos personajes. Puedes tocar a las mujeres de los cuentos de Eudora Welty, puedes tocar a la Scout de Harper Lee y a los personajes marginales de Carson McCullers o Tenesse Wiliams. Es algo que admiro profundamente.
P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo?
R.- Acabo de terminar El bar de las grandes esperanzas de J.R. Moehringer. También he empezado Mientras escribo de Stephen King -que es un genio- y la última de Banville, que parece bastante divertida. He descubierto recientemente a Etgar Keret, un escritor muy valiente. Pero la de Moehringer me ha gustado especialmente: plantea una novela desde la masculinidad, y me parece muy interesante porque nunca me había encontrado un autor que se posicionara en un punto de vista de género tan obvio, por lo general se asume que el punto de vista masculino en literatura está integrado en el canon general y el que se resalta o es “diferente” es el femenino. Me parece muy lúcido que un autor hombre asuma que esto no es así, me gustaría saber si le preguntan por qué ha escrito una novela de hombres, tal y como nos dicen a las autoras cuando hay un personaje femenino con cierta relevancia.
P.- Como lectora, prefiere: ¿libro electrónico o en papel?
R.- Prefiero buenas historias, el soporte es lo de menos.
P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- Hasta hace tres meses encender un cigarro detrás de otro, ahora estoy fabricando nuevas manías porque he dejado de fumar.
P.- Confiese alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y esté inédita hasta ahora.
R.- Todo el mundo me dice que la novela se hace corta. Creo que es muy buen síntoma.
P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- Tengo dos historias en mente que me piden el largo recorrido y estructura de la novela, pero todavía no me he decidido por ninguna, estoy garabateando ideas.