Y volvieron del campo a sus hogares
cinco docenas de sombra solamente.
Manolo Cuadra
Abril es el mes más cruel.
T. S. Eliot
Ellos deseaban viajar,
nunca tan lejos:
allí donde no existe vuelta en U
y los nombres / hombres
terminan olvidados
luego del respectivo análisis forense,
entre escombrosa labia
y rasgadas vestiduras.
Perdidos en el velorio eterno
de la prensa amarilla.
[De los rincones emergió de pronto
una voz seca,
estéril,
desalmada].
Se pensaban en línea al cielo metafórico,
más fueron sorprendidos por un carro de fuego
(halado por corceles de oro negro)
que los condujo al cielo sin imágenes:
el verdadero cielo.
“Si hubiese roca
y agua
un manantial
un pozo entre las rocas.
Drip drop Drip drop Drip drop
trina el zorzal.
Pero no hay agua”.
“Temed la muerte por agua”,
dijo Eliot.
Yo digo: temed al fuego
capaz de derretir
los cristales del cielo.
Baudeleriano hipócrita,
pastor
de jardines perversos,
“mi semejante, hermano mío”,
que sólo entiendes
lo que a tu fe conviene:
no es Abril,
sino Marzo,
el mes más cruel.
Para vencer al miedo
y retornar al cielo metafórico,
unjámonos
con el ropaje en llamas
de nuestros muertos,
de uno y de otro lado.
Los rayos encenizan la frente
de millares de impávidos testigos.
Volvieron a sus casas
treinta y un cuerpos de sombra iluminada.
“Ahora sus huesos blanquean en la noche”.