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ISSN 1989-4163

NUMERO 62 - ABRIL 2015

Lo que Grecia no Cuenta

Inés Matute

 

Está muy bien que Grecia retuerza el verbo y juegue a darnos lástima como medio para conquistar nuevas prebendas. Lo que no está tan bien es que los verdaderos datos de la ruina griega- los motivos- no salgan de Bruselas. Me explicaré dando algunas cifras que argumentan a la perfección por qué el país heleno está como está, al borde del precipicio.

El 38% del electorado griego ha votado a un partido populista que les ha prometido, irresponsable e ilusoriamente, liberarles del yugo de la política de austeridad impuesta por “los mercados”, la Troika, la señora Merkel o “el Capital”, lo que constituye una perspectiva muy halagüeña para un pueblo acostumbrado a vivir del cuento y que desea seguir haciéndolo a toda costa. No quisiera pecar de simplista, pero, por desgracia y hasta ahora, los griegos han jugado al “invito yo…. pero pago con tu dinero”. A día de hoy, y tras tanta ronda castiza, ya no tienen euros con los que pagar las pensiones ni las nóminas de los funcionarios. Llamar a la troika “las instituciones” y convertir el problema en mera cuestión semántica les salva la cara frente a su electorado, pero no hace, mal que les pese, que se les condone su parte o prescriba la deuda contraída. Con la parte que España les ha prestado- 26.000 millones de euros, lo que nos correspondía por cuota-, y que no parece recuperable a corto plazo, tendríamos para pagar durante un año la partida destinada a la prestación de desempleo, que se dice pronto.

La economía griega apenas representa el 2,5% del PIB de la Eurozona, y su gobierno falsificó descaradamente la contabilidad nacional para adherirse al euro en el año 2001. La burocracia europea o no pudo o no quiso detectar a tiempo el indecente fraude. Lo que los españoles no sabemos es que estos expertos en el juego sucio nos vetaron dos veces cuando intentamos formar parte del club. Los mismos a los que cada español ha “prestado” más de quinientos euros para el rescate nacional y que ahora aspiran a “no devolvernos” porque, primero, están en contra de la austeridad, y, segundo, porque dicen no reconocernos como interlocutores. Bien que nos reconocieron a la hora mendigarlo. Pero no hagamos sangre ahora, por más que digan que deseamos su ruina- no señores: queremos que su país prospere y, de paso, que nos devuelvan el préstamo- en aras de echar basura sobre Podemos, un partido muy similar a Syriza en sus inviables promesas de riqueza para todos. Para enterrar en vida a Podemos, nos basta con mirar a Venezuela. Que esta formación no condene formalmente a lo que ocurre en dicho país nos da una buena muestra de su escaso talante democrático, por no hablar de sus extemporáneas aspiraciones bolivarianas, que ni siquiera se molestan en disfrazar.

La sociedad griega, y no sólo su clase política corrupta, lleva décadas encanallada. Al menos 5000 familiares de funcionarios siguieron percibiendo la pensión de jubilación por un pariente difunto. El personal, ya que estamos, se jubila a los 61 años percibiendo el 90% de su último sueldo, con el agravante de que quienes habían desempeñado una de las 600 profesiones “de índole ardua o peligrosa”- y ahí incluyen a los peluqueros, los pasteleros, los locutores, los masajistas y los músicos, y éste dato es real, no demagógico- tienen derecho a una jubilación anticipada con el 95% del último sueldo percibido. Por si esto fuera poco, los navieros estaban exentos de tributación (¿A santo de qué? ¿En homenaje a Ulises?), y el sueldo medio en los ferrocarriles griegos era de 70.000 euros. El coste de mantenimiento del metro de Atenas era de 500 millones de euros al año para unos ingresos de 90. Si a este despropósito le añadimos el hecho de que no hay barreras que impidan el acceso a los andenes- allí se validan los billetes de buena fe- el panorama no puede pintar más negro.

Así las cosas, no resulta difícil colegir cuál será la actitud de la UE ante las últimas e impertinentes pretensiones del nuevo desgobierno heleno. Primero lo intentaron con el acuerdo puente- que exigía una reducción del 50%- , luego con la deuda ligada al crecimiento. Finalmente, se sacaron de la manga las reparaciones por el daño causado por los nazis, por ver si colaba y se desplazaba el objeto del debate. Ahora estamos en la negociación de las medidas que se implementan para un nuevo rescate, mientras los griegos se plantean expropiar bienes alemanes en territorio griego. ¿Cuál será el siguiente conejo que saquen de la chistera? Hay voces que afirman que lo mejor sería expulsar a Grecia del euro cuanto antes y facilitar una gigantesca fuga de capitales (aunque la pasta de sus potentados lleva años en Suiza, en eso no somos diferentes) y una brutal devaluación del dracma permitiendo a sus iluminados gobernantes enderezar su economía de ficción del modo que más les plazca. Yo no tengo la solución, obviamente, pero sí puedo decir que no cuentan con mis simpatías. Los griegos, mal que les pese, están cosechando las tempestades de los vientos sembrados, de demasiados años de corrupción, mala gestión y mentiras.

Por una vez, las cosas sí son lo que parecen. Una solemne tomadura de pelo.

 

 

 

Lo que Grecia no cuenta

 

 

 

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