Cuando una Mente se Quiebra
Cristina Casaoliva
He buscado la definición y a grandes rasgos las enfermedades y/o trastornos mentales son alteraciones de los procesos del desarrollo afectivo y cognitivo que afectan al comportamiento, alteran el razonamiento, la percepción de la realidad y la facultad de adaptarse al entorno y a la vida.
Son uno de los terrores del nuevo Siglo, una oscura amenaza que acecha en la sombra de la que apenas sabemos nada. Los trastornos son diversos y afectan de modos muy distintos a cualquier persona sin distinción, de género, raza o edad. Esa selección indiscriminada resulta pavorosa.
Lo cierto es que a menudo sufrir una de esas dolencias estigmatiza a la persona que las sufre porque nuestra sociedad vive en una almibarada ignorancia y así lo desconocido nos parece más lejano y nos concede una falsa sensación de seguridad.
Como consecuencia de ignorar los hechos, las consecuencias, la enfermedad y las personas en sí, no establecemos a penas protocolos, no difundimos información, no educamos al ciudadano y nos abocamos a ciegas al desastre.
El avión de Germanwings que se estrelló recientemente en los Alpes Franceses matando a 150 personas nos ha enfrentado trágicamente a la realidad.
Entre los muchos datos recopilados en la investigación, la fiscalía alemana asegura que Andreas Lubitz, el copiloto responsable de estrellar el avión había recibido tratamiento por tendencias suicidas.
Los daños que una persona con un trastorno mental oculto puede causar a ella misma y a los demás no había sido hasta ahora tan tristemente evidente.
No alcanzamos a comprender como un joven con dicha dolencia ocupaba la plaza de copiloto en un vuelo comercial.
Ante los hechos se abren las preguntas más diversas y debemos hallar respuestas.
Cuantos profesionales de campos diversos están ahora mismo aquejados de dolencias mentales, acaso sin ayuda, ante el más absoluto desconocimiento de los responsables, del ejecutivo y de los ciudadanos a los que asiste o atiende. Ese vacío a menudo de interés y en todos los casos de conocimiento puede acabar en desastre.
Hace algunos años sin ir más lejos estando en mi lugar de trabajo en contacto con el público fui amenazada de muerte por un chico joven y escalofriante. Fui rescatada por los Mossos d`Esquadra que tuvieron que acompañarme a mi domicilio para evitar que me siguiera siendo necesario reubicar la localización de mis funciones para que no pudiera encontrarme.
Durante el juicio posterior a mi denuncia descubrimos que el sujeto padecía brotes esquizofrénicos. Lo que se traduce en nada. Ya que no se pusieron en funcionamiento ningún protocolo de atención, de seguimiento en su estado o cualesquiera que hubieran debido ser las acciones a seguir.
No puedo dejar de recordar a su madre acompañándolo al juicio, con gesto cansado y mirada triste. Una familia humilde, de recursos claramente limitados y aseguraría que con una ayuda inexistente por parte de las autoridades competentes. Mi caso por fortuna es una anécdota. El avión accidentado no.
Es necesario actuar con carácter de urgencia. Establecer protocolos, educar al ciudadano, dar a conocer los trastornos habituales, enseñarnos a proceder. Se han de establecer recursos sociales, medidas de seguridad.
Tenemos que concienciarnos sin dilación, darnos tiempo para llorar las pérdidas y mantener el horror en nuestros corazones para no bajar la guardia, para exigir sistemas, respuestas y acciones. Para no tropezar de nuevo con otra piedra sangrante.