La Turista y Otros
Carmen Camacho
PERSONAL BILONGUIS
Amigas mías,
desconfiad de vuestros maridos si vuelven de sus viajes habiendo perdido algo, un calcetín, una corbata, la mejor camisa, la toalla del solárium, los calzoncillos por supuesto.
La parroquia del barrio está pidiendo ropa para los pobres. Y yo soy una exquisita cristiana.
LA TURISTA
Somos, solo, consecuencia económica
de un vuelo charter,
lo demás es mentira.
Rafael Pérez Estrada
Encontré en la calle al hombre de mis sueños.
Apostado en una pared encalada, tocaba la guitarra. La hacía sonar bien, oh, sí, realmente bien. Al escucharla supe que aquella música era lo único verdadero que sucedía en aquel puerto de parada indispensable en los cruceros por el Mediterráneo.
Aquel muchacho y yo nos miramos a los ojos. Era exóticamente hermoso. Nos sonreímos. La música seguía saliendo de entre sus dedos.
Supe de pronto y con certeza que lo amaba.
Le eché en la gorra veinte dólares.
PLANES DE FUTURO
—¿Y qué vas a ser cuando seas mayor?
—Voy a ser… ¡profesora de baile!
—¿Y de más mayor?
—Una mamá.
—¿Y de más mayor?
—Abuelita.
—¿Y de más mayor?
—Muerta.
Conversación escuchada en una calle de Sevilla, entre un padre y su hija a la que aquel llevaba alegremente subida sobre los hombros.