Con la obra Corazón, mano, corazón, su primera incursión en la literatura juvenil, la escritora Juana Cortés Amunarriz obtuvo el III Premio “Avelino Hernández” (2011), organizado por el Ayuntamiento de Soria. La novela, publicada por la editorial Everest, es un relato realista, lleno de misterio, escrito con la intensidad y la emoción de un cuento.
La trama del libro se centra en Izaskun, una niña diferente que vive en un caserío con su familia. A ella no le gusta jugar con las muñecas, ni espera la llegada de un príncipe azul. En realidad, se trata de una niña especial, separada de los demás, cuyas fantasías le sirven de “puente” para conectar con el “otro lado”, su mundo mágico y secreto.
Una mañana de lluvia, cargada de malos presagios, Izaskun acude al colegio acompañada de Arantxa, su angelical hermana mayor. De forma accidental, un rayo cae sobre esta última, derribándola al suelo y convirtiéndola en una “princesa durmiente”. Izaskun acudirá en busca de ayuda y, a partir de ese momento, hará todo lo posible para que su hermana se recupere, sin poder evitar un intenso sentimiento de culpa. Durante la larga convalecencia, la protagonista experimentará una brusca transformación, que le obligará a madurar a la fuerza. También la novela nos cuenta otras historias paralelas, como la de Sonrisas, la vaca que nació el mismo día en que el rayo alcanzó a Arantxa, o la de El niño del pozo, cuyo fantasma vaga por el bosque.
La novela de Juana Cortés nos habla de la breve distancia que separa la realidad de los sueños, la vida de la muerte. La autora nos muestra la infancia no como un paraíso perdido, sino como una etapa marcada por el dolor y la desgracia. La protagonista, a través de las dificultades con las que lucha como un oso, se irá conociendo a sí misma y, a la vez, irá encontrando su lugar en el mundo.
El libro presenta una estructura fragmentaria, construido mediante pequeñas escenas, que se encadenan como los eslabones de una precisa cadena. Llama la atención los numerosos episodios truculentos que el libro incorpora (el rayo, el incendio, la niña muda…), que obligan al lector a emocionarse, mientras su corazón tiembla de miedo.
En cuanto a los aspectos formales, la novela presenta también grandes aciertos: la caracterización de los personajes, sobre todo de Izaskun, es profunda y creíble; los diálogos se desarrollan rápidos y veraces; el tono de la prosa, tallada en frases cortas y precisas, es intenso y emotivo; la ambientación rural no sólo sirve de telón de fondo de la historia, sino que también adquiere un valor simbólico y sugerente…
En definitiva, un relato totalmente recomendable, sobre todo como lectura para colegios e institutos, digno del premio que ha recibido.