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ISSN 1989-4163

NUMERO 12 - ABRIL 2010

 

Los Muertos

Marina P. de Cabo

Autor: Jorge Carrión.Ed. Mondadori, 2010. 176 págs. 

Hablar del debut novelístico de Jorge Carrión, Los muertos,sin desvelar incógnitas que debería descubrir el mismo lector es una tarea complicada. La novela, que organiza su estructura peculiar en dos partes narrativas y dos apéndices que versan sobre ellas, relata el advenimiento de los nuevos: personas de muy diversa edad que se materializan súbitamente en los callejones de Manhattan, cuyo único vínculo con su pasado es una cicatriz. El carácter indeleble de ésta trasciende el olvido que surca los cuerpos de reciente aparición, recordando que hay una memoria que recuperar, un pasado que, aunque débil, todavía persiste en el nuevo presente. El lenguaje del que se sirve el autor es producto de una retroalimentación entre literatura, televisión y cómic.

El acierto de los dos artículos que interpretan la narración, pero que también forman parte de la novela, radica en su mesura a la hora de descubrir la significación del discurso general del libro, así como a un tono que se encuentra entre la sublimación exagerada y una sobreinterpretación cargada de amable ironía.

Necesitamos nombrar las cosas. Lo que no puede nombrarse, no existe nominalmente; no puede relacionarse a nivel conceptual, englobarse en un conjunto. Convierto el libro en libro al decir que me encuentro ante un metathriller histórico de ambientación cyberpunk o ante una muestra del subgénero metafísico-catódico. Dudo, por encima del sosiego alcanzado tras este acto. Se escapan las líneas, los detalles y manierismos entre la inseguridad de establecerme en el estatismo de una opinión. El género se aparta del género.

El que reside al otro lado se estremece, se engancha a lo desconocido, a la narración encaminada a destensar el suspense mediante la resolución de la incógnita; el elemento principal apunta al diálogo y la relación de los personajes con su pasado; el tiempo del relato se desarrolla en un futuro próximo hipotético en el que se da una tensión entre el nivel de vida individual y la máquina colectiva; la idea de la muerte asoma entre las interrupciones e interferencias de eso que en una obra de ficción dentro de la ficción es la existencia; ¿quién me asegura que yo no soy otro personaje de ficción televisiva, que el autor de este libro es un ente independiente, que es real la realidad y no otra ficción más?  

Globalmente, las fronteras entre ficción y realidad se disuelven; una y otra se confunden en bucle eterno. A partir de ahí, el último eslabón entre creador y creación desaparece y cualquiera puede ser dios, reconducir los destinos. Cuando la ficción se introduce en la realidad solicita la consecución y participación de todos aquellos asuntos propios de esa realidad: es vulnerable a nuevas vidas, a nuevas muertes, y pasa a encarar las consecuencias éticas que conlleva esta liberalización: la obra de arte se torna aberración. Otra vuelta de tuerca: las identidades engañosas, las mentiras –otras ficciones- sobre el propio pasado, las cicatrices postizas, la violencia contra cuerpos que resisten a la destrucción.

La multiplicación de cada prototipo ficcional depende de la perspectiva adoptada: ¿existen tantas versiones como tentativas promovidas por el autor o tantas como espectadores que han asimilado la creación, prolongan su existencia y la proyectan de una manera subjetiva?

Los muertos se experimenta como obra de ingeniería: no sólo la estructura de la novela, sino su detallismo, cada uno de los lazos invisibles que lanza hacia la capacidad intuitiva, el bagaje cultural y la concentración del que lee, conforman la complejidad, la capacidad sorpresiva y riqueza del texto. La concatenación de los diferentes párrafos mediante diversos vínculos semánticos da lugar a un hilo invisible que atraviesa todo el texto; cada nuevo dato provoca en el lector una reinterpretación; podría aludirse a una novela que nace de nuevo a cada paso, construcción y temática reflejándose la una en la otra.

El lector, ávido de continuar presenciando la construcción del artefacto, de perpetuar los bucles que propone, tiene todavía la posibilidad de adquirir los dominios mypain.com y tumitadperdida.com y dilatar el proyecto que, sólo de momento, es la ficción de Carrión.

Los muertos formula y soluciona, al tiempo, la tensión actual entre lenguaje audiovisual y literario mediante un procedimiento novedoso, sugestivo y plenamente coherente respecto a todos aquellos temas a los que, de un modo u otro, alcanza. La primera novela de Jorge Carrión, cuyas obras anteriores pertenecen al género ensayístico y a la literatura de viajes, es una muestra más de su escritura elegante, depurada, actual y de su búsqueda sobria e incesante de la coherencia en el ser humano.

 
 

Los Muertos

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