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ISSN 1989-4163

NUMERO 01 - ABRIL 2009

Vindicación de la Poligamia

Gilda Manso

Desde hace siglos, el mundo, o al menos el mundo occidental, está educado para entender que amar es poseer y ser poseído. Y que sólo se puede amar a una persona a la vez. Que si en algún instante de debilidad creemos sentirnos atraídos por otra persona, por una persona que no es nuestra pareja, nuestra media naranja, esa atracción de ningún modo puede ser amor. Puede ser lujuria, capricho; si quien opina es generoso, incluso puede ser cariño o afecto. Nunca amor. Porque si fuera amor, significaría que en realidad no amamos a nuestra pareja. Porque sólo se puede amar a una persona a la vez.


Y así, con ese pensamiento ególatra y sadomasoquista, con ese pensamiento falso y por lo tanto peligroso, crecimos y nos desarrollamos como pudimos.
Intentar explicar desde un análisis racional qué cosa es el amor se me antoja una pretensión absurda y estéril. Y como no me interesa, en este momento, perder tiempo explicando lo inexplicable, me voy a centrar en aquello que sí se puede abordar: los vínculos. Está claro que yo soy yo. Y que vos sos vos. Y que él es él. Y así podríamos seguir. Lo que no parece estar tan claro es que es imposible que yo sea con vos de la misma manera que soy con él, porque vos y él son personas, y el vínculo que tengo con vos es distinto al vínculo que tengo con él, porque todo vínculo entre personas precisa de un ida y vuelta, y al no ser iguales vos y él, los vínculos que tengo con ambos tienen que ser, naturalmente, distintos. Ejemplo burdo: con vos voy a cenar, hablo de política, paseo a mi perro, comparto mi vida cotidiana. Y es así porque se dio así, porque nuestra manera de relacionarnos nos llevó a eso. Con él me veo una vez por semana, tomamos un café, nos contamos qué pasó en nuestras vidas en esa semana en que no nos vimos, a veces dormimos juntos. Y es así porque, como con vos, nuestra manera de relacionarnos nos llevó a eso. Ambos vínculos son, para mí, imprescindibles. Ambos, vos y él, tienen una importancia determinante en mi vida. Entonces, ¿por qué habría de pensar que amo sólo a uno? ¿A qué mente retorcida y perversa se le ocurriría semejante barbaridad?


En su artículo “Invención de la monogamia” *, el periodista guatemalteco Mario Roberto Morales dice: ...la monogamia como conducta socialmente aceptada y buena es reciente en la historia de la humanidad, al igual que el patriarcado, la familia y la misma propiedad privada. No se trata de disposiciones divinas sino de construcciones ideológicas para perpetuar una forma de poder. Por ello, quienes transgreden estas instituciones y sus correspondientes moralidades, son considerados inadaptados o antisociales, y se les castiga con la pena de la marginalidad respecto de lo bueno, lo bello, lo civilizado. Si todo lo que se dice fuera cierto, habría que aceptar que los instintos se hallaban en mucha mejor situación social en tiempos del matriarcado que en los del patriarcado, ya que, ahora, los mismos deben ejercerse en forma oblicua y clandestina, lo cual los impregna de un inmerecido tinte de ilegitimidad que siempre viene asociado a la culpa, haciendo del seguimiento de los pasos de la naturaleza un delito en contra de la civilización”.


La poligamia no es adulterio ni relación clandestina. La poligamia sólo puede existir cuando todas las partes involucradas son conscientes de los vínculos amorosos, sexuales y paralelos que mantiene(n) su(s) cónyuge(s), y están de acuerdo con eso. En la poligamia no hay lugar para el engaño, ¿qué más se puede pedir? Pero en nuestra sociedad y ahora, en este siglo, la poligamia como elección de vida es un imposible. No estamos educados para soportar la idea de no ser únicos en la vida del otro.


Quienes creen sólo en la monogamia se horrorizarán o se reirán frente a la idea de la poligamia, y quienes creemos en la poligamia seguiremos fingiendo que opinamos que la monogamia es la única forma posible de vincularse amorosamente, y así el mundo seguirá su curso, monogámico y, en muchísimos casos, clandestino. Porque algo debe quedar claro: fuimos educados con ideas falsas y sadomasoquistas, pero nuestro instinto sigue aquí, inmune e incorruptible, a pesar de nosotros mismos.

 

”Invención de la monogamia”, Mario Roberto Morales, periódico La Insignia, mayo del 2005: http://www.lainsignia.org/2005/mayo/soc_011.htm

Vindicación de la Poligamia
 

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