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ISSN 1989-4163

NUMERO 01 - ABRIL 2009

Las Pervesiones de "El Lector"

Román Piña

Ya saben la noticia: la Asociación de Escritores y Libreros de Berlín ha pedido la retirada de las pantallas de la película “El lector”. Inmediatamente se han sumando a esta demanda el ministerio de Educación alemán y los principales empresarios de prostíbulos del país. Alemania se convulsiona con los efectos que la historia de Schlink, llevada al cine por Stephen Daldry, está teniendo en numerosos colectivos. Fui a ver la película en otro día y no me extraña un pelo.
Hay que decir que el mensaje es fácil compartirlo: la incultura predispone al mal. Si la guardiana nazi que dejó morir a trescientos judíos en el interior de una iglesia en llamas hubiese leído la Odisea a tiempo, habría tenido más cabeza y sentido crítico para decidir lo mejor en aquella situación. Lo mejor era dejar escapar a los prisioneros, no cumplir con su deber.


La asociación de escritores alemanes ha mostrado su indignación ante dos errores de guión. 1) ¿Cómo puede una mujer con tan alto sentido del deber corromper a un menor de 15 años? 2) ¿Cómo puede este joven, ya adulto, ser tan generoso como para dedicarse días y días a grabar libros leídos en cintas de cassette para la guardiana condenada a cadena perpetua, pero tan tacaño como para no escribirle jamás una carta de su puño y letra?


Por su parte los libreros de Berlín, en su comunicado de prensa, protestan abiertamente por la debacle económica que les ha infligido el éxito de la película. La mayoría habían invertido fortunas en la compra de ejemplares de la novela de Schlink, pero se los están comiendo con patatas. El único libro que los alemanes piden como obsesos en las librerías ahora es la Odisea de Homero. ¿Por qué?
El Ministerio de Educación ha pedido explicaciones al gobierno de Obama por lo que a todas luces es una manipulación y una intromisión inaceptables. La reclusa, encarnada por Kate Winslet, un buen día, en su vejez, se decide a aprender a leer gracias a la grabación del cuento de Chéjov “La señora del perrito” que su viejo amante le ha enviado a la cárcel. Esta alemana analfabeta, pues, empieza a aprender a escribir y a leer ¡en alemán! a partir de la siguiente frase: “The lady of the little dog”.


La respuesta a la incógnita arriba planteada nos la dan los empresarios de los prostíbulos alemanes. Se quejan de que los clientes aparecen pertrechados con sucios y viejos volúmenes de novelas, y que no se quieren desnudar antes de haber provocado un orgasmo a las putas a base de recitar el Ulises de Joyce o El Quijote de Cervantes. La culpa de todo la tiene Daldry, que ha inculcado en la juventud mundial la perversa manía de que el sexo sabe mejor combinado con un poco de griego clásico, latín de Virgilio y Tolstoi. “Los clientes se ponen a leer en voz alta Guerra y Paz, y no quieren que se la chupemos si no hemos llorado antes de emoción”. Exigen a sus empresas cursos Express de lenguas clásicas y un aumento de sueldo.


No dudo de que todo esto acabará peor de lo que acabó el estreno de “Asesinos natos”. No puedo imaginarme ya al actor David Kross, el quinceañero seducido, llevando una vida normal. He leído que tuvo que esperar a los 18 años para poder desnudarse con Winslet en una bañera. Vale, pero, ¿y la literatura? ¿Quién nos ha dicho que estaba  maduro para follar con Winslet y con Homero a la vez? ¿Qué será de las secuelas psicológicas de un joven que ha probado el vicio de fornicar con Chejov, Tolstoi, Shakespeare y Winslet en una orgía de tres meses de verano?


Yo mismo estoy empezando a cabrearme, porque veo que todo el viagra que me he comprado es muchísimo más caro que una versión de bolsillo de la Odisea.

 

Las Perversiones del Lector
 

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