AGITADORAS

PORTADA

AGITANDO

CONTACTO

NOSOTROS

     

ISSN 1989-4163

NUMERO 04 - VERANO 2009

 

Requiem por la Democracia

Joaquín Lloréns

 

La Democracia ha muerto. Falleció una noche en el Congreso, pero sólo lo saben unos pocos. Hacía tiempo que estaba muy desmejorada y quienes tenían la obligación de cuidarla –nuestros políticos- la dejaron morir poco a poco; si es que no participaron de modo activo en su defunción. Hay opiniones para todos los gustos. Pero nos lo han ocultado poniendo en su lugar algo que se le parece, como esos dobles de los presidentes de Estados Unidos. Y el pueblo, ya acostumbrado a la degradación democrática de los últimos lustros, ni siquiera se ha percatado.

¡Qué lejanos parecen aquellos últimos años postreros del franquismo y los de la transición, cuando el ansia de libertad parecía que iba a traernos una Democracia verdadera! Sin embargo, la pobre vino ya lisiada en origen por el mercadeo entre unos y otros para que no hubiera graves problemas.

“¡Este tío está loco!”, pensaréis. “Si la nuestra es una Democracia, ejemplo de transición para el mundo entero”, diréis. Pues no. No creo estar demente. Lo que sí está claro es que los poderosísimos medios que tiene el país: televisión, radio y prensa, nos bombardean de modo incesante, dando por sentado que ésto es una Democracia. (No nos olvidemos que todos esos medios dependen de las licencias que renueva el poder político y, en gran parte, del gasto en publicidad que los diferentes ministerios, ayuntamientos, y comunidades realizan en ellos). Pero a mi modo de ver, el que se repita una y otra vez que es una Democracia, no quiere decir que lo sea. Dice la Wikipedia que la Democracia es una forma de organización de grupos de personas, cuya característica predominante es que la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, haciendo que la toma de decisiones responda a la voluntad colectiva de los miembros del grupo.

Y en las mal llamadas ahora Democracias, no ocurre eso. Sí que votamos cada cuatro años eligiendo a los congresistas y  senadores, pero esa elección está viciada. Sólo podemos votar a unos pocos partidos; ni siquiera a las personas que los conforman. Sólo unos pocos partidos tienen presupuesto para hacer llegar sus eslóganes –no sus ideas- a la masa de votantes, al pueblo que los legitima. Ya de por sí, eso vicia el sistema. Y aún es peor en el adalid occidental de la Democracia, USA, donde hay que ser millonario para poder presentarse a unas elecciones. No es de extrañar que el porcentaje de votantes sea cada vez menor. Aunque de un modo instintivo, el pueblo percibe que esas organizaciones que piden el voto no son sus legítimos representantes.

Pero lo peor llega después. Aunque con porcentajes irrisorios, una vez cubiertas las formas de apariencia demócrata, ya tienen patente de corso. –Incluso ya realizan la misma ficción en países como Irán, Marruecos, China, etc. Visto lo bien que amordaza al pueblo ese irrisorio juego de la papeleta, todos se apuntan a la misma. En realidad no hay tanta diferencia entre esos países tan criticados por occidente con nosotros mismos-. Durante cuatro años, olvidan que en una Democracia verdadera tienen que gobernar “en nombre” del pueblo, y no “en vez” del pueblo. Es sorprendente cómo, una vez investidos, sus políticas se basan en intereses partidistas y su principal fin no es gobernar como quiere el pueblo, sino de tal modo que consigan perpetuarse en el poder. Como la gran masa votante es cautiva –los no cautivos no votan porque no creen en nuestros políticos-, sus medidas no son para lograr esa minoría que es la que decanta las elecciones. Con ello dan un paso más en contra de la Democracia. Su política es a favor de la minoría y, por ende, en contra de la mayoría. Esa es la Democracia que tenemos. Bueno, lo de llamarlo Democracia es seguirles el juego, porque ese gobernar contra la mayoría del pueblo es la antítesis de la Democracia.

Aún hay más. No contentos con haber prostituido la Democracia gobernando para las minorías, muchos de los políticos dedican su extenso tiempo libre a enriquecerse amparados en su calidad de aforados o bien enriquecer a sus familiares y amigos a través de concesiones, prebendas y cargos “de confianza” en la administración que, en gran número, no responden sino a eso: a dar un sueldo a alguien próximo sin que exista una tarea real que lo justifique y sin que hayan de demostrar mérito alguno.

“Pero ahora tenemos Libertad”, dirán muchos. Libertad, ¿de qué? Cada día nos imponen más normas, más leyes que restringen nuestra verdadera Libertad. No fumar, no beber, no superar velocidades a veces demenciales -¿quién es capaz de circular a 20 km/h como exigen en algunos pueblos?-, no hacer ruido, hacernos sufrir una burocracia que crece de forma kafkiana para sostener cargos públicos que no tienen sentido, etc. ¿Se siente uno más libre que hace 30 años? Yo no.

Estamos asqueados de ver cómo en todos los partidos los escándalos sobre corrupción se suceden uno tras otro y cómo los intentan ocultar, maquillar y distorsionar; todo antes que cesar de forma fulminante y repudiar a esas ratas que actúan como auténticos gánsters, que es lo que tendrían que hacer en cuanto existen indicios serios. No justificar el mantenimiento en los diversos cargos hasta que haya una sentencia condenatoria firme. No nos engañemos; los superiores en seguida saben si hay algo de verdad. Y si no son capaces de verlo hasta esas sentencias, también deberían dimitir los superiores jerárquicos.

Es notorio que esto no es una verdadera Democracia. Aquí no se gobierna para el pueblo. Lo que tenemos es un sistema político disfrazado de Democracia pero que realmente oculta el hecho de que vivimos tutelados por una casta política –siempre abrazada por las grandes fortunas- que nos anuncia un producto diferente del que realmente vende.

Requiem por la Democracia
 

@ Agitadoras.com 2009