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ISSN 1989-4163

NUMERO 04 - VERANO 2009

 

Bottomless

Vicente Luis Mora

 

Un matrimonio decide divorciarse después de cuarenta años juntos. Ambos son ancianos y reúnen a sus hijos para darles la noticia y pasar juntos las últimas vacaciones. Los hijos no pueden entender por qué, con casi setenta años, los padres deciden comenzar una vida nueva por separado. La búsqueda de los motivos por los cuales la pareja de ancianos desea separarse, aunque se comportan como siempre han hecho, se convierte en una obsesión para el hijo mayor, en un doloroso espejo para la hija mediana, separada de su marido, y en un problema incomprensible para el hijo menor, que prefiere enamorarse de una chica a la que conoce de casualidad en la playa. Este es el planteamiento, simple en apariencia, del que parte Bottomless Belly Button, pero que va complicándose conforme avanzamos en la psique y circunstancias de cada personaje. No quiero avanzar nada del argumento, por si deciden -y ojalá decidan- leerlo, pero sí les diré que el final de este cómic es absolutamente emocionante, de lo más hermoso y profundo que he leído en mucho tiempo.

Uno de los personajes más interesantes es Peter, el hijo pequeño, un director de cine sin éxito, introvertido, despistado, poco higiénico, ausente, cuya rareza queda bien explicitada por Shaw dibujando su cabeza como la de una rana, aunque en realidad -y como descubrimos al ponernos en los ojos de la chica a la que desea- su aspecto es para los demás completamente normal. Me parece ingenioso ese hallazgo, como otros visuales que podemos ver a lo largo del cómic; un ejemplo son estas dos páginas, donde los pulgares del lector se superponen naturalmente con los dibujados por Shaw. Es la forma de recordarle al lector que tiene un volumen entre las manos, haciendo el mismo juego que Ingmar Bergman cuando quema o corta la cinta, ahora no recuerdo bien, en Persona (1966). Melancolías matéricas de quienes tratan con imágenes, supongo.

Bottomless Belly Button gustará a quienes disfruten con los cómics de Daniel Clowes o con las películas de John Cassavettes. A quienes gusten las miradas lentas sobre un rincón concreto de la sociedad actual que nos dicen todo sobre nuestro tiempo. A quienes aprecien las descripciones inteligentes de familias desestructuradas y disfuncionales disfrazadas de familias perfectas, como las realizadas en Thumbsacker (Mike Mills, 2005) o American Beauty (Sam Mendes, 1999). No es ni más ni menos que un cómic hermoso, inteligente, sensible, hondo, más que recomendable.

Bottomless
 
 

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