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ISSN 1989-4163

NUMERO 35 - SEPTIEMBRE 2012

Pulsiones Contemplativas

Ricardo López

Como si la Victoria de Samotracia hubiera cobrado vida, Diane Kruger dejó boquiabierto a todo el auditorio de Cannes dando de paso por inaugurado el festival de cine de esta conocida localidad francesa. Porque si por algo va a ser recordada la presente edición, será justamente por los estilismos con los que nos fue sorprendiendo día sí, y día también, esta actriz alemana que fue miembro del jurado. Creaciones de Versus, Calvin Klein, Jason Wu, Chanel, Nina Ricci, Vivienne Westwood o Christian Dior fueron lucidas por Diane con igual éxito. Pero sin ningún lugar a dudas, será el vestido de gasa de inspiración helénica diseñado por Giambattista Valli la imagen que figurará para la posteridad.

En estos tiempos convulsos donde el futuro de la Unión Europea parece pender de un hilo y donde una Alemania fortalecida está siendo determinante en el devenir de los vecinos pobres, dígase Grecia, resulta en parte paradójica la imagen de esta alemana universal vestida como una divinidad griega. Da que pensar que este neoliberalismo al que hemos estado abocados haya terminado demonizando a nuestros vecinos helenos, siendo su cultura e historia la cuna de los valores democráticos sobre los que se ha construido la idea de Occidente.

En términos de moda, la Revolución Francesa supuso un hito en el cambio de costumbres, especialmente en la indumentaria femenina, imponiendo la robe en chemise, que no era más que una idealización de la clásica, como la vestimenta acorde a aquellos nuevos ideales revolucionarios. Las siluetas se estilizaron al máximo, elevando la cintura y marcando las curvas naturales del cuerpo femenino con ligeras muselinas y batistas. Todo muy “a la griega”.

A principios del S.XX, Mariano Fortuny, desde su taller veneciano, contribuía a una nueva liberación de la figura femenina, desatando a la mujer de los corsés decimonónicos gracias a la creación de su vestido Delphos, formado por pliegues de seda que acariciaban la silueta de la mujer haciendo también su particular homenaje a la vestimenta de la Grecia clásica.

Unos años más tarde, Madame Grès, otra apasionada de la cultura clásica, se haría popular a mediados de los 30 gracias a sus vestidos drapeados en punto de seda vistiendo a sus modelos sin costuras como si fueran esculturas. Este estilo tendría una cierta continuidad en la era dorada de Hollywood a través de diseñadores de vestuario como Edith Head, que obviamente dirigían su mirada a las creaciones del viejo continente.

No resulta extraño que la aparición de Diane Kruger envuelta en gasas llevara a más de uno a evidenciar su parecido con Grace Kelly luciendo los diseños de la Head en Atrapa a un ladrón (1955, Alfred Hitchcock) con una acción que se ubicaba justamente en localidades de la Costa Azul. Cabe destacar que, también vestida de Giambattista Valli, Carlota Casiraghi hizo recordar a su abuela gracias a un espectacular vestido de gasa azul que lució en la cena previa a la boda de su tío Alberto. Y Nicole Kidman, otra de las presencias más esperadas en el pasado Festival de Cannes, escogió asimismo un diseño de corte helénico firmado por Lanvin, confirmando la costumbre de muchas otras celebridades que decidieron vestirse “a la griega” como Ateneas victoriosas, en invocación a los triunfos venideros.

 

 

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