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ISSN 1989-4163

NUMERO 05 - SEPTIEMBRE 2009

 

Así se va un Verano

Agustín Fernández Mallo

Viendo viejos artículos de prensa, [de hace 3 años, quiero decir], encontré uno que decía que cada 15 años se renuevan todas las células del cuerpo. Lo único que dura toda la vida son las neuronas, las células de la lente interna del ojo, y las células musculares del corazón, pero el resto, envejecen y mueren para dar paso a otras. Por ejemplo, el esqueleto humano se renueva completamente cada 10 años. La piel, completamente cada 2 semanas. Los glóbulos rojos cada 120 días. Las células de los músculos de las costillas, cada 15.1 años. Y así. Pensé que, sin embargo, arrugas y recauchutados aparte, a lo largo de la vida conservamos la misma forma, la misma morfología. Como si lo que nos definiera fuera una envolvente, una forma general, un trazo grueso que, junto con las neuronas, dijera quién es quién. Un DNI en 4D [se incluye el tiempo] de carne y hueso. He estado pensando en esto todo el verano. Me vino a la cabeza por lo menos 10 veces al día. No me lo he podido quitar de mis quehaceres cotidianos. A veces me pasmaba ante el ordenador y olvidaba lo que hacía y pensaba en eso. O cuando tocada covers en la batería, parecía que estaba pensando en la canción, en la caja, plato bombo, charles, pero no, pensaba en eso, o cuando extraía un poema de la máquina Bellamatic de El Matadero, o cuando repasaba la maqueta de Nocilla Lab, o cuando veía un concierto en Brooklyn , o cuando veía a Leonard Cohen desde una silla de plástico, o cuando abría la puerta del minibar del  Hotel de Las Letras, y también cuando fotografiaba la basura de NYC, siempre pensaba en eso, en que cada 15 años somos otros pero seguimos siendo los mismos. Pero no es que pensara en ello en plan de: pues voy a llegar hasta el final, voy a ver bien y a fondo de qué va esta historia, de qué van estas puñeteras células, por qué todo se muere pero básicamente sigo siendo el mismo, no, sólo pensaba en esa idea en general, y ahí me quedaba, en su superficie, es esa nube de ideas aún sin definir, como quien piensa en un fantasma, en algo borroso, en una metáfora que no entiende. O como cuando vas a viajar a un lugar en el que nunca has estado: tienes una vaga idea, algunas fotos que has visto, no conoces el territorio, y sin embargo sabes que ahí hay todo un espacio inmenso que te supera, y por eso nunca haces ese viaje, porque sabes que si lo haces lo romperás.

Así se va un verano.

 
 
Verano

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