A raíz de su reciente fallecimiento, este mes se ha vuelto a hablar algo de Malcolm Mclaren. En los medios se ha destacado, sobre todo, su etapa como manager y creador de los Sex Pistols y de los New York Dolls. Sólo esa circunstancia, merece que le recordemos. Para quienes vivimos aquella época de Sid Vicious y compañía, aún descansa en nuestra memoria el intento último de Mclaren, que no era otro que la demolición cultural a través de aquellos impresentables del Punk, cuya virtud no era la música, sino su agresiva forma de cantar, vestir y, en especial, de agredir al establisment británico. Lo paradójico fue que, en vez de dinamitar la cultura, Malcolm la renovó, demostrando con el Punk que aunque la música no tuviera nada nuevo que decir, se podía hacer dinero con ella, careciendo incluso de talento artístico. Un intento previo fueron los New York Dolls, aunque en la estética de éstos se da más bien una mezcla de glam y los Kiss. A favor de los Dolls, hay que decir que ellos sí produjeron música y que su posterior evolución merece cierta atención. Así, el disco en directo y solitario del líder de los New York Dolls, David Johansen, titulado Live It Up, es una desgarrada joya.
Pero bajo mi punto de vista, lo realmente trascendente de Malcolm Mclaren es su propia discografía, con temas que, al igual que sucedió con los citados Sex Pistols y New York Dolls, estaban fuera de su tiempo, aunque en una quinta dimensión. En su música, Malcolm se referencia en la ópera –Madame butterfly, Romeo & Juliet,…-, la música clásica –Walz Darling-, la salsa mezclada metamorfoseada en club –Un coche de agua negra- o el jazz –Paris-, actualizando sus ritmos a unos deslumbrantes años 80. Fue el verdadero introductor en Europa del hip-hop con su tema Buffalo Galls, con sus efectos sobre la música (rap y scratch), el baile (breakdance), y la pintura (graffiti). Contó además con cameos de figuras deslumbrantes de la época, músicos o no, como Catherine Deneuve.
Con un eclecticismo renacentista y unos altibajos que me traen a la memoria al excéntrico Steve Harley, en sus discos se mezcla lo grotesco con lo sublime, lo paródico con lo metafísico; pero el resultado global es sobresaliente. En una versión más metropolitana y bastante anarquista, no puedo evitar el que junto a su imagen se me aparezca la de Peter Gabriel.
Su discografía, poco conocida en España, no tiene desperdicio y merece dedicarle un tiempo. No es extensa, pero sí variopinta y como he apuntado, tuvo una influencia extraordinaria en los músicos de su generación. Duck Rock es quizás el más variopinto de sus trabajos. Además del trascendente Buffalo Gals, el disco homenajea a Obatalá y Changó, los orishas más venerados y poderosos de Cuba. Mezcla la salsa con los scratchs más amelódicos. Quizás es su trabajo más complejo, aunque difícil de digerir. En un siglo XXI donde las melodías tienen la complejidad de un puzle de dos piezas, las composiciones de Duck Rock haría pensar a más de un@ que la radio se ha estropeado.
World famous supreme team show es casi todo él un tesoro. Las melodías se entremezclan en sus temas con la aparente simplicidad de un Bach. Influencias operísticas, como en el Diva Operaa House!, adaptaciones raperas de textos de Shakespeare, como To be or not to be y Romeo & Juliet y descubrimiento al mundo del sonido acid y club y el enriquecimiento mutuo con ritmos cubanos.
Paris es otra joya sin desperdicio. Entre la melancolía de un elegante Jazz reinventado bajo el sonido del saxo, la sofisticación de un París del imaginario Mclareniano acompañado por el piano, y la admiración por una ciudad y sus habitantes, Malcolm recrea con su música un París donde la angustia, la tristeza, el placer y la aventura nos sorprenden al girar tras cada surco. De nuevo, sus giros melódicos logran que muchas piezas sean en sí mismas, una obra completa.
Por último, Walz Darling, donde el vals y las sinfonías evolucionan hasta convertirse en música pop electrónica, pero cuyo resultado va mucho más allá del de nuestro compatriota Luís Cobos. Las melodías son seductoras, rítmicas, elegante mezclando lo funk, disco y el vogeing muchos antes de que Madonna pensara en ello.
En resumen, Malcolm Mclaren es uno de los ilustres desconocidos que revolucionaron la música en los ochenta y que hicieron de esa década una edad de oro del pop. ¡Lástima que tan ímprobo esfuerzo haya derivado en una música tan ramplona como la de estos tiempos!
Ha sido tan difícil la elección de temas que, para que os hagáis una idea más completa de su música, aquí os dejo unos enlaces por si queréis escuchar algún tema adicional:
Deep In Vogue: http://www.youtube.com/watch?v=PVLFLLKIgzg&feature=related
Something’s Jumping In Your Shirt: http://www.youtube.com/watch?v=em5tC6WDpP8&feature=fvw
Pere Lachaise: http://www.youtube.com/watch?v=iJuW2GKlZLQ&feature=related
About Her: http://www.youtube.com/watch?v=HUs0O81n9-A&feature=related (Incluida en la banda Sonora de Kill Bill Vo. 2)