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ISSN 1989-4163

NUMERO 70 - FEBRERO 2016

La Extraña Pareja

Carmelo Arribas

 

Pocas historias tan extrañas y complicadas como la de Gerda Marie Fredrikke Gottlieb,  una pintora e ilustradora erótica danesa del s. XIX y principios del XX y su marido. Su vida y sobre todo la de este, posiblemente el primer hombre que se operó, para convertirse en mujer y que posaba como modelo para los cuadros de mujeres de la pintora,  rompe con todos los esquemas imaginados.

Sus nombres suelen ignorarse casi siempre cuando se habla del Modernismo, quizás porque gran parte de su producción  está compuesta por escenas eróticas, generalmente entre mujeres, no muy aptas para todos los públicos y que algunos tacharían abiertamente de pornográficas, y no irían muy desencaminados, pero al fin y al cabo solo representan una faceta  más de la vida humana. Sin embargo su calidad artística supera, sin duda, a la de muchos pintores de su tiempo, cuyas obras y nombres a parecen en casi todas las antologías. Pero incluso, más interesante que su propia obra, es su vida, alejada de todos los convencionalismos, y tan surrealista, que  pocos se  imaginarían una historia semejante, sin ser tachados de elucubrar fantasías imposibles de darse en la realidad.

La obra de tan extraña pareja formada por Gerda Marie y Einar Wegener, del que tomó el apellido tras su matrimonio, ha sido redescubierta en una  exposición antológica, a los 75 años de la muerte de Gerda, en el Museo de Arte Moderno de Copenhague. No será el único homenaje que se les haga; el 15 de enero se estrenó una película sobre estas dos “chicas danesas”, Gerda y su marido Einar, que se convirtió en su sensual modelo, alabado por todos los críticos, sin conocer la realidad, por  reflejar la feminidad y sensualidad más característica de las mujeres. Todo comenzó cuando una modelo de la pintora no pudo asistir al posado y esta le sugirió que en su lugar lo hiciera su marido, ya que tenía unas piernas y unos pies “tan bonitos como los míos”. Einar se negó a vestirse de mujer, pero la insistencia y la prisa que corría  en acabar la obra, acabaron convenciéndole. Tras su aparición para el posado, con maquillaje, vestido femenino, zapatos de tacón y peluca, su mujer quedó sorprendida del resultado, e incluso la misma modelo tras llegar, finalmente,  a la sesión, aunque tarde, no pudo sino comentar “o has sido mujer en la otra vida, o la naturaleza se ha equivocado contigo.” Y no andaba muy desencaminada. Años más tarde le diagnosticarían su intersexualidad, porque además de testículos, tenía dos ovarios atrofiados.

La experiencia no le disgustó, e incluso a su mujer tampoco, ya que le pidió  que apareciera, apenas un mes después, en una fiesta con amigos, poniéndose como nombre Lili, que ya adoptaría para siempre. El éxito fue enorme, nadie le reconoció y algunos pretendieron no sólo ligar con él, sino intentaron propasarse, cosa que no permitió. Días más tarde al encontrarse con algunos de ellos, al comentarle el por qué no había ido a la fiesta, le hablaron de los escarceos que habían tenido con una preciosa mujer que había asistido a ella y que se llamaba Lili.

La personalidad femenina se fue apoderando día a día de Einar. Ya asistía a todos los lugares públicos y fiestas vestido de mujer, con  tal éxito, que llegaron incluso a pedirle en matrimonio.

Gerda y Einar se habían conocido  en la Academia de Bellas Artes de Copenhague y se casaron. Veintiséis años más tarde  tras la primera operación de cambio de sexo conocida, la de Einar Wegener trasformada en Lili Elbe, el rey de Dinamarca anularía su matrimonio. Aunque Gerda seguiría apoyándole.

Einar  se especializa en paisajes, pero su mujer hace ilustraciones para revistas de moda en las que él acaba convirtiéndose en una sensual modelo. Descubierto el secreto, el escándalo les hace marcharse a una ciudad mucho más abierta, París. Allí triunfa como pintora, pero sobre todo como ilustradora de revistas, de la categoría de: Vogue, La Vie Parisienne o Fantasio. Lili Elbe va apoderándose cada vez más de Einar, que ya aparece con más frecuencia en las fiestas como la hermana de Gerda. A la vez que ella  se declara abiertamente lesbiana.

Pero incluso en París, al descubrirse su  forma de vida y que un hombre era la imagen de las atractivas mujeres que aparecían en las revistas de moda, hace que vuelvan nuevamente a Copenhague con la idea de operarse para convertirse en mujer. Los análisis descubrieron que tenía mayor cantidad de hormonas femeninas que masculinas.

Einar se somete a la primera cirugía de cambio de sexo que se conoce en la historia, todavía en fase experimental. Tras hacerlo es rechazado hasta por su propia familia. Deprimido deja de pintar e intenta vender sus cuadros que conservaba, con una doble intencionalidad, conseguir dinero y deshacerse de los recuerdos de su anterior vida, pero no lo consigue. Desesperado, cuenta su vida en los periódicos, convirtiéndose en una celebridad, tras lo cual no solo vende todo, sino que es asumido, socialmente, ya como mujer.

Gerda, sorprendentemente, se casa nuevamente con un oficial italiano y se trasladan a Marruecos. Pero el estilo modernista ya se ha pasado de moda y sus cuadros e ilustraciones no tiene éxito. Es lo mismo que le ocurrió a otra pintora de su tiempo, Tamara de Lempicka, o lo que a través de los tiempos  han sufrido otros grandes pintores, como Zurbarán, que las modas que imponen unos determinados gustos estéticos, hacen que quienes triunfaban pocos años antes sean posteriormente ignorados.

Seis años después Gerda se divorciaría. Vuelve a Copenhague, muriendo en 1940.
Einar, ya Lili Elbe, quiere sentirse más mujer e incluso anhela llegar a quedarse embarazada. Por ello, intentará implantarse unos ovarios, pero la operación no sale bien y morirá. Era el año 1931.
Tras sus muertes, sus vidas y obra se diluyeron en el tiempo. Hasta ahora, cuando, posiblemente como suele ocurrir con estos artistas cuya vida ha superado en originalidad a su propio arte, sus cuadros se dispararán en las cotizaciones y subastas, y las entidades culturales se disputarán realizar exposiciones de los cuadros de esta pareja de “chicas danesas”, en las que la feminidad de un hombre superó incluso a la de su propia mujer.

 

 

Gerda

Gerda y Einar

Gerda

Gerda

Gerda

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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