La Faisana Fucsia es una especie única de encinta galliforme. Es anfibia, como las ganas de verte, robusta y llena por dentro de plumas nórdicas. Por lo general se alimenta de papel de calca, de galletas de limón, facturas atrasadas, cacharras antiguas. Complementa su dieta con puntas tronchadas de lápiz. Nidifica en príncipes rojos, en cuerpos celestes.
Esta rara avis se caracteriza por tener una larga cola terminada en teclas. El penacho de arriba es de un color brillante y azulado. En ocasiones presenta dos círculos rojos alrededor de los ojos, generalmente tras esas noches especiales.
La Faisana Fucsia, si es crestada, habita en pisos bajos o entre macetas, en cafeterías con toldillo. En las grandes ciudades es común verla putear en trompeteos asombros y graves, particularmente cuando se le acaba el bonobús. Pasa la noche posada en un rododendro.
Nunca es tarde si la reproducción es buena. Para la Faisana Fucsia toda época es perfecta para el celo y el apareo. Le encantan las hechuras de la preñez, las croquetas, las curvas imperfectas. Tuvo años en los que la Faisana podría haberse amado con cualquiera. Ahora no. Después de aquel pavo sólo sueña con tener polluelos de pocas plumas parduzcas, gitanillos comiquísimos a los que traerle en el pico coplas traídas de templetes. Una cosa tiene clara: no se reproduce en cautivero, así no la molesten o la alimenten con regularidad. Que no, que encerradita, ella no. Es imposible domesticarla, ya lo intentó con sus versos el rey Al-Mutamid. Ni caso.
Desde tiempos antiguos destacó entre las alondras admiradas por el hombre, a causa de sus andares, galácticos y gallonados. De ahí que fuera incorporada a la cultura popular y a la religión de diferentes períodos históricos, sobre todo en las regiones ocultas de la conversación, humedales éstos que constituyen por cierto su hábitat original.
En ciertas creencias, la Faisana Fucsia es una diosa o la empuñadura de un paraguas. Numerosas tradiciones la relacionan así mismo con deidades locales, representando por ejemplo al poder, inmenso, del balbuceo. Muchas de las danzas folclóricas de las bodas y otros ritos nupciales muestran pasos inspirados en los andares de esta hembra siempre preñada.
Una leyenda popular sostiene que cuando esta ave incuba durante ocho meses, es señal inminente de jacarandas de aquí a un mes, botellonas, congas y verbenas en el Barrio Alto de Lisboa.
La Faisana Fucsia es el ave nacional de Macondo.
Vuela.