AGITADORAS

PORTADA

AGITANDO

CONTACTO

NOSOTROS

     

ISSN 1989-4163

NUMERO 09 - ENERO 2010

 

Y Arriba hay Luz

Antonio Báez Rodríguez

Hay luz. Arriba hay luz, así que hay alguien. Pero he llamado y nadie me ha contestado todavía, a pesar de que he tenido un buen rato el dedo sobre el botón del interfono. Ahí hay luz. Y si hay luz, está claro que hay alguien.Además, hasta he visto una sombra detrás de las cortinas. Estoy completamente seguro. Ha pasado hacia la parte derecha. Sin embargo, no me abren. Aquí abajo hace frío y llueve. Les he traído un regalo, porque no me gusta presentarme de improviso con las manos vacías. En esto soy como mi madre. La pobre siempre iba con los presentes por delante. Y ahora estoy yo aquí haciendo lo mismo. Pero con el agua que cae el envoltorio ha comenzado a mojarse. Ya tiene una esquina rota y me temo que por ahí habré perdido una buena parte del contenido. He de tener cuidado. Una mano para volver a pulsar el timbre y la otra para sujetar el paquete por el agujero, sin que el resto se escape por la boca. Pero no contesta nadie. Sigue lloviendo. Y yo, sin paraguas, me voy empapando. Me voy deshaciendo, desgarrando como el paquete. Ahora acaban de apagar la luz. Arriba ya no hay luz, por tanto hay alguien. Vuelvo a pulsar el botón del portero electrónico con más ahinco que antes, y en el empeño la bolsa se me cae a un charco. Como es de papel, enseguida comienza a desintegrarse. También su contenido. Me he quedado sin nada que ofrecerles. A partir de este momento es un asunto de amor propio. ¿Por qué no me han abierto, si es evidente que están arriba? Vuelvo a la carga, dejo caer el dedo, y en él todo mi peso, sobre el botoncillo. Les hago una pitada larga, incisiva y llena de rencor. Luego alguien descuelga un telefonillo, una voz me dice que no insista más, un vecino.

-No ve que no hay nadie, hombre, me dice.

Pero de sobra sé yo que arriba hay alguien. Alguien a quien no le importo, desde luego. Miro hacia el suelo y contemplo el paquete hecho trizas en mitad de un charco. Sigue lloviendo. Me he calado hasta los huesos. Alguien que me desprecia tanto que se permite el lujo de apagar y encender la luz como si yo no existiera y no estuviera aquí llamando. Alguien que no se toma la molestia de disimular que no está arriba. El vecino me acaba de advertir por el interfono, porque no he dejado de timbrar.

-Oiga, he llamado a la policía.

Por qué no me quieren ver, por qué no quieren hablar conmigo, me pregunto entre sollozos. Seguro que ha sido ella la que le ha dicho a él que no me van a abrir. Es todo tan extraño, como para tirarse de los pelos. Antes era él el que se presentaba a horas intempestivas. Llegaba con un paquete lleno de comida y nos invitaba a improvisar una cena para los tres. Estaba solo, acababa de llegar a la ciudad y no conocía a nadie, excepto a nosotros. Una vez le dije a ella:

-No le abras. Esta noche no.

Y ella me contestó:

-Sabe que estamos aquí arriba. Ha visto la luz. Además, mira la que está cayendo. El pobre se siente solo y es nuestro amigo. Cuando encuentre a alguien dejará de visitarnos tan a menudo.

Ahora apostaría a que es ella la que no quiere abrir.

-Tienes que aceptar que ya no estamos juntos, me ha dicho en varias ocasiones.

No obstante, voy a probar. Todavía conservo un juego de llaves. Perfecto. La de aquí abajo ha entrado como una mano en su guante. Veremos a ver qué pasa arriba. De todas formas la policía ya viene hacia aquí, ese buen vecino la ha llamado. Afuera empieza la tormenta. Subo en el ascensor. Pego la oreja a la puerta. No oigo nada, pero sé que ellos están ahí dentro. Perfecto, aquí tambien encaja la llave. La giro y el pestillo cede con suavidad, con esa dulzura del reconocimiento; es un tacto que me trae tantas cosas a la cabeza, que no puedo reprimir la emoción. Quizás a estas alturas pensarán que me he aburrido y me he marchado, pero a través de la oscuridad avanzo hacia el dormitorio, acompañado por los goterones de agua que se caen de mis ropas empapadas. Al estrellarse contra el suelo de parquet las gotas de sangre son mucho más rotundas que las de la lluvia.

 
 

Luz

@ Agitadoras.com 2010