“Why does it hurt when my heart misses a beat?”
DOCTOR MABUSE/PROPAGANDA
Tenía las llaves de su bosque pero no abrían el reino de su pensamiento. ¿Cuál sería su nombre, el que sin pronunciarlo y sin llegar a alcanzarla, ella se diera la vuelta y se reconociera? ¿Y yo que sé? Ahora me hallaba frente al edificio que los anestesistas comparten con los bomberos y la brigada antivicio. Un edificio de corte y estilo neoclásico con la fachada tiroteada y de color ceniza de fuego controlado pero no extinguido, haciendo contraste con los dinteles de puertas y alféizares de ventanas, todos del color adormecido opio Indochina, tan socorrido y eficaz en este tipo de construcciones. Me habían filtrado que si uno tiene que desmayarse, que fuera cerca de la barra de su cantina llamada, Naufragio sin agua, que era mejor que la del edificio de los cirujanos que operan a corazón abierto, incluso superaba a la famosa de los neurólogos y trasplantadores sin alma que despachaban psicopatías por desamor sin prescripción. De repente, la hermosa cantinera.
-¿Qué va a ser? ¿Cloroformo, láudano, morfina, éter cosecha de 1910 o whisky de malta ahumada Lagavulin de las High Lands?
-Todo a la vez, con mucho hielo, que dicen que el frío aunque no elimina el dolor, lo camufla en el ambiente, es biodegradable y te engañas a ti mismo pero con clase.
-¿Agitado o mezclado?
-Agitado, mezclado, revuelto pero sobre todo confundido con confusiones duras en el borde del vaso en forma de embudo.
-Sí señor. Contundente. Tiene claro usted lo que quiere. Así da gusto servirle. ¿Quiere usted saber a qué hora acabo de trabajar?
Un aura de distensión se instaló en la espera de lo comandado en la cantina Naufragio sin agua. Momento que aprovechó una tercera voz, ronca, entrecortada, exagerando las consonantes fricativas, esa voz que te obliga esperanza.
-Buenos días caballero. No he podido evitar el escucharlo porque mi taburete está a escasos centímetros del suyo. Tengo la intuición que de que puedo ayudarle. Pero ayúdeme usted y calme mi curiosidad. Cuénteme su historia. ¿Tiene título?
-¿Y yo que sé? Ahí va:
“En un viaje hacia adentro de esos típicos al interior de uno mismo, con coche todo terreno por supuesto, pues hay que sortear diversos pasos a nivel con barreras, disimular a la hora de declarar en las aduanas imaginarias, atravesar alambradas sin electrificar…Eso sí, las alambradas solo están electrificadas a modo de desfibrilador para separar el ventrículo izquierdo del corazón, del derecho. Ambos tienen perspectivas distintas de ver las cosas aunque el mismo objetivo:amar. Una niebla que disipa todas las dudas, las funde o las confunde a modo de camino dardo me llevó hasta una diana en forma de bosque.
Un bosque de pawlonias…”
-¿Características de las pawlonias?
-Parece ser que provienen de China, necesitan agua, les puede ir bien el terreno franco arenoso, no se sabe muy bien su uso o se saben demasiados pero sobre todo se regeneran muy rápido.
-Pues siga.
-“…Un bosque de pawlonias como irreal pues la niebla amputaba la copa de sus árboles dejando atisbar solo su tronco. Era inmenso pues la visibilidad era reducidamente atrayente. Morfológicamente un tablero de ajedrez vegetal de donde ahora sí visible, su reina errática rechazaba los jaques contra su rey:su bosque. Cumplía su cometido. Era la bella guardiana.
-¿Usted no habrá venido a talar mi bosque?
-En absoluto. Un hermoso bosque de pawlonias no puede ser talado si lleva su nombre. Por cierto, ¿cuál es su nombre?
-¿Y yo qué sé? Pero se lo concretaré si usted quiere jugar conmigo al juego de no coincidir mirándonos entre los árboles a no ser que coincidamos en el tronco milenario de este bosque pero que todavía no está encontrado. En ese caso, rodearemos su diámetro con los brazos y en el momento que sus dedos alcancen los míos y las yemas de mis huellas dactilares encajen con las suyas, entonces gritaremos nuestros nombres…
-Siga, siga, le invito a otra copa de lo que se ha tomado usted antes y de paso lo pruebo yo.
-“…Pasaron segundos, minutos, horas, días, semanas, meses incluso me atrevería decir años, lustros, décadas y siglos..¿el tiempo exacto? ¿Y yo que sé? Pero esa fracción indefinida de tiempo fue como un sueño hipnótico y agradable del que no quería despertar. Un sueño inundado de miradas furtivas , pero cómplices, de aullidos y susurros que solo sus ojos y los míos sabían desencriptar el mensaje, nuestro mensaje…”
-¡Ah y preciosidad de cantinera, hágame el favor que la copa para este apuesto y gentil caballero contador de historias sea entre doble y cuádruple. Gracias. Y usted, siga, siga…
-“..y llegó el momento. Se levantó la niebla y ella y yo nos vimos encarados en un tronco sin duda milenario a tenor de su diámetro.
-Tal como le prometí, le diré mi nombre durante este proceso. Abrace el árbol desde su parte oriental y roce los dedos míos que están en la parte occidental.
Solo unos decímetros, centímetros o milímetros de mis dedos me faltaron para encajar sutilmente las huellas dactilares de los de la guardiana y conocernos para reconocernos y eso solo se puede hacer una vez si no las palabras cambian a la par que se amplía el límite del territorio del deseo incumplido. Y pasó lo que tenía que pasar en cualquier bosque que se precie durante el clímax de las situaciones. Fuego. Por la megafonía sonó una alarma inaudible, solo sentida por los corazones, advirtiendo que un mundo cercano estaba en llamas y había que huir, que todo se regenerara para que todo comenzara de nuevo. Había que desmayarse…y así lo hice. Esta mañana he vuelto en sí y en mi, delante de este edificio y tengo que regenerarme, debo regenerarme…Necesito alargarme los dedos”
-Pues ha tenido usted suerte acicalado caballero. Su historia me ha conmovido a la vez que me ha impresionado el porte elegante de su aguante en la bebida y estupefacientes que le ha preparado la bella no, bellísima cantinera. Soy el anestesista favorito del insigne cirujano de regeneración, alargamiento y compasión de tejidos humanos, el Dr.Trevor Dúrcal. El acabará con sus problemas. Mañana operación. A usted le pasa lo mismo que al vampiro enamorado Nosferatu. Dúrcal lo intervino y fue un éxito pero desapareció sin dejar rastro durante el post-operatorio del alargamiento de dedos, que por cierto también aprovechó para hacer lo mismo con sus uñas. Perdería la cabeza. Pero las uñas de usted son suficientes. Solo los dedos.
Al día siguiente, ya en la camilla del quirófano, conocí al excelso y eminente Dr.Trevor Dúrcal. Se sinceró conmigo y me puso en situación:
-Mire usted, es su decisión. El alargamiento de dedos se lo puedo hacer mediante células madre que provienen del hipotálamo donde se almacena la mayor parte de la memoria o de la aorta que atraviesa el corazón. ¿Efectos secundarios? Del hipotálamo podría perder memoria y del corazón podría perderlo todo. Usted dirá.
-Del hipotálamo, déjeme corazón.
-Correcto. Otra cosa, ¿qué anestesia desea?
-Ninguna, quiero que me duela.
-Es usted un loco, pero es valiente. Me gusta ese arrojo, lo necesitará para volver al bosque pawlonias. ¿Podrá acordarse de volver?
-¿Y yo que sé?
Como también hizo Nosferatu, desaparecí durante el postoperatorio y me sorprendí ya conduciendo el volante del coche con mis dedos nuevos. Tenía que poder volver al bosque pero no me acordaba ni bien ni mal, no me acordaba. Puse la canción Hymn to her de los Pretenders por dar pistas a mi memoria:
Let me inside you
Into your room
I´ve heard it´s lined
With the things you don´t show.
Y como una suerte de sortilegio profesional y efectivo, la canción me hizo topar con el surtidor de nieblas del que intuía ya había sido yo cliente. Allí estaba el empleado.
-¿Qué va a ser?¿Cuánto?¿Niebla densa o ligera?¿Se lo lleno?
-Lleno y densa y quédese con el cambio.
-¿Pero sabe lo que busca?
-¿Y yo que sé?
-Entonces usted busca el bosque pawlonias. La niebla densa lo guiará inmediatamente.
Cerré los ojos y me dejé llevar. Cuando uno cierra los ojos sabe volver. Entre las cenizas ahora otra vez húmedas volvían a verse brotes de pawlonias. Había llegado. Y el tronco milenario seguía allí. Intacto. Y en la parte occidental del tronco, ella también seguía allí.
-Hola de nuevo, no sé si usted ha tardado poco o mucho pero está aquí y veo que tienen dedos nuevos. Son muy elegantes. ¿Lo intentamos otra vez?
-Gracias. Sí, lo intentamos y al roce de mis dedos con los suyos usted me confiará su nombre y yo el mío.Quo pro quo.
Al rozar sus dedos sentí el plácido misterio de descubrir los secretos guardados.
-Me llamo Yyoquesé, todo junto. ¿Y usted?
-Queseyó, todo unido.
-¿Ha perdido usted la memoria?
-No, he ganado el corazón. Por lo demás todo se regenera. Todo.
Y como dulce melodía por la megafonía no sé el por qué supe reconocer una voz cálida y serena. Era Nosferatu recitando armoniosamente: “Ahora me encanta el asumir que me queda toda, toda una eternidad para no comprender el sentido de amar, solo sentirlo. Sí encantado”.
Niebla, bosque, misterio.