El otro día leí que Shakira decía en una entrevista: “La libido mueve el mundo”. Y es cierto; desde que el hombre y la mujer llegan a la pubertad y hasta varias décadas después, el sexo es uno de los grandes –si no el más grande- de los ejes sobre los que gravita la existencia de la humanidad. Officium Veneris es una reflexión erótico-porno-poético-filosófica sobre la el descubrimiento por parte del hombre de la mujer como animal erótico gemelo en su amoralidad tras la reacción frente a la falacia del amor galante, y de cómo, el romanticismo, de algún modo, acaba ganando la partida pese a todo.
En la más pura tradición de los libros donde el sexo descarnado es uno de los leit motiv, su autor se esconde bajo un pseudónimo: Paul G. Masby, quien afirma haberse encontrado el manuscrito en una librería de lance dentro de un libro grueso, como confiesa en una supuesta entrevista que podéis leer aquí. Pero, al igual que ya pasó con Anne Rice y su “El rapto de la bella durmiente”, escrito con el pseudónimo de A.N. Roquelaure, o con “Las once mil vergas” de Guillermo de Apollinaire, escrito como anónimo bajo las iniciales G.A., la nota del autor al final de la segunda edición y las iniciales con las que la firma “J.A.”, ha hecho que baste darse una pequeña vuelta por Internet para tener sospechas bastante fundadas sobre su verdadero autor. Pero ese pequeño trabajo os lo dejo a los lectores más curiosos.
El libro se editó en 1998 en la editorial asturiana Llibros del Peixe y no es baladí que la obra, amparada por una editorial independiente, haya logrado una segunda edición en 2003.
La obra consta de dos partes: la primera en prosa y la segunda compuesta por varios versos, aunque el autor confiesa que la segunda parte se escribió cronológicamente la primera, en una especie de sutil homenaje a la “parte contratante” de los hermanos Marx. La parte en prosa es el diario de Carlos desde el 14 de noviembre hasta el 20 de febrero. Carlos es un profesor de enseñanza media, quien está decepcionado hasta el hastío de varias relaciones de pareja prolongadas. En sus palabras: “… lo que para mí es uno de los mecanismos fundamentales de esta sociedad, el ciclo: mujeres que seducen-hombres amaestrados-pareja-aburrimiento-neurosis”. Por ello, toma la decisión de gozar de su vida sexual sin la esclavitud de las relaciones afectivas, limitando sus escarceos a encuentros con prostitutas.
En realidad, el espacio narrativo tiene dos partes diferenciadas cuyo nexo son los encuentros sexuales del protagonista, algo idealizados, y enriquecidos con unas descripciones al detalle, casi de orfebre, del cuerpo femenino, incluso con la invención de palabras que definen la más incógnita geografía de la mujer.
En la primera parte narrativa, el núcleo fundamental lo sostienen las reflexiones de Carlos sobre la mujer y el porqué ha llegado a la conclusión de que “la diosa es una cerda”. El autor se pregunta: “La mujer es un misterio, ¿qué hay detrás de su mano cuando lleva nuestro pene al lugar exacto de la penetración, con el que nosotros no atinamos y que ella conoce tan bien?” Muchas de sus conclusiones son certeras para los nacidos antes de los años noventa, aunque crudas como la misma realidad. “Parece como que en esta sociedad el sexo perteneciera a las mujeres. Para conseguirlo, los hombres tienen que pedírselo, y ellas, graciosamente, se lo dan si esa es su soberana voluntad, o más generalmente, se lo venden. Esto podía estar bien si hubiera reciprocidad, pero el problema es que apenas la hay”.
En la segunda parte del diario, contemplamos, entre consternados y aliviados, la deriva de Carlos. Pese a su declaración de nuevos principios relacionales, éstos se tambalean frente a la belleza, indefensión y ardor de una de las prostitutas: Sofia. Poco a poco, entre la hipocondría y los ejercicios tántricos de control de la eyaculación, el sexo como mera búsqueda de placer para él y para ellas se va metamorfoseando en un sexo por amor. Los sentimientos que Carlos había desterrado para vivir una vida más sencilla y feliz, lo van envolviendo sin que él atine a evitarlo. Sin embargo, al igual que en la primera parte el argumento fundamental va acompañado de unas estupendas reflexiones, aquí también corre en paralelo una segunda trama que relata como la ordenada y acomodada vida de Carlos se ve inmersa en mundo turbio, en el que impera el interés por el dinero como único fin, aunque para ello haya que asesinar, transmutándose el relato en una novela negra.
En cuanto a los once poemas que concluyen el escrito, son sublimaciones estéticas que, en lo fundamental, reflejan las situaciones que Carlos, con posterioridad, reflejaría en su diario, explicándose en prosa los motivos y circunstancias que le llevaron a su nueva moral, fallida finalmente. Son extrañamente bellos, descarnados, y, en lo fundamental, constituyen una especie de esencia de las ideas y circunstancias de un hombre al que la relación normal de pareja ha acabado por decepcionar en lo más profundo. Como dice en el Alterum tempus del poema X:
Aquí estamos, amigos,
como exigen las normas,
uniformados y ebrios,
jugando nuestros juegos aburridos
como sórdidos polvos conyugales.
En resumen, un libro sumamente interesante, lleno de enjundiosos razonamientos, de sexo sin tapujos, de trama consistente, y que os recomiendo sin la menor renuencia, tanto a hombres como mujeres.