Ante el embarazo, la tradición deviene extrañeza. Tratándose de un estado que se encuentra arraigado en el ser humano y en otras formas de vida desde el comienzo de su existencia, la idea de contener un organismo vivo surgido prácticamente de la nada o de un simulacro de amor, que va creciendo dentro de un vientre cada vez más hinchado hasta que el continente lo expulsa al exterior, es una de las cosas más marcianas que existen incluso hoy en día, cuando la sociedad ha producido fenómenos como El Semáforo, la new age, el programa España Directo, Gary Spivey, los niños predicadores, la ciudad de Los Angeles, la estética de los ochenta, la revista Bizarre, las sectas ufológicas, los libros de autoayuda o las revistas sensacionalistas inglesas.
Si en su volumen Sexografías (Melusina, 2008) la periodista Gabriela Wiener (Lima, 1975) narraba sus peripecias en ambientes como clubes de intercambio de parejas, cárceles de su ciudad natal o el siniestro Bois de Boulogne, y mostraba los artículos resultantes de sus reuniones con personajes como Nacho Vidal o el gurú polígamo Badani, en su nuevo libro Nueve lunas concibe la realidad externa desde el imperativo de su nuevo estado gestante.
La loca y desenfrenada escapada a Las Vegas que realizó Hunter S. Thompson se convierte en este caso particular en la lucha por la supervivencia en la cruel jungla de asfalto en que se torna Barcelona cuando la autora advierte que está encinta: recién desempleada y necesitada de dinero y trabajo, Wiener describe, con grandes dosis de cinismo, cómo los obstáculos de la saturada ciudad se incrementan en número y tamaño.
Embarazo remite a cigoto, embrión, feto, parto, contracciones, bebé y demás términos contenidos en cualquier libro para futuras madres. 9 lunas saca a las embarazadas de la vitrina en las que su entorno las mantiene, les sacude el polvo y muestra su vertiente oscura, tratando temas referentes a ellas que los manuales omiten, tales como su apetito sexual, su situación hormonal, sus paranoias y miedos, la reflexión sobre el rol de madre, la disfunción en la relaciones madre-hija, las consecuencias en las relaciones sociales, el género porno protagonizado por embarazadas, el encuentro con el lado más animal de uno mismo, la concepción del mal, el aborto o la muerte.
El embarazo es un acontecimiento pop y, al encontrarse inmerso en unas coordenadas sociales determinadas la mayoría de las personas que actualmente se quedan embarazadas ronda la treintena, ha crecido viendo La bola de cristal, no dejó de comer golosinas cuando alcanzó la edad adulta y sonríe nostálgicamente al recordar la mascota del Mundial’82-, no es extraño que en el libro abunden las referencias a Star Wars, a Tarantino, a Second Life o a los casos más bizarros de las páginas de sucesos. Los iconos del cine, de la televisión y de los cómics se sitúan a un nivel similar al de la realidad, ya que, en cierto modo, pertenecen a ella.
Los nacidos durante los 70 no vivieron dictaduras y guerras, no experimentaron fuertes restricciones que les hicieran olvidar los dibujos animados. Aún cuando la autora de Nueve lunas no ha crecido en España, su libro ilustra a la perfección este pedazo de realidad del país.
Leer a Gabriela Wiener es una auténtica gozada. Sus textos, didácticos y liberadores, buscan la normalización de una sociedad en la que todavía existen sex-shops con cristales tintados, a los que los clientes entran con la cabeza gacha, después de mirar a un lado y a otro para que nadie condene su osadía. Lo que en otro registro sobrevendría escándalo, inmoralidad, exageración o falta de respeto, en las obras de Wiener se torna frescura, realismo, naturalidad y delicadeza.
Entre el libro de memorias y la crónica periodística, la autora se sumerge en su subjetividad al ubicarse en el centro mismo de la narración, convirtiéndose en el objeto de su experimento periodístico, de manera que todos los conceptos, hechos e ideas contenidos en el libro han atravesado sus filtros perceptivos.