Las redes sociales dejan un rastro de baba: aquellos que no aumentan su lista de amigos imaginarios ni gratificándolos con suscripciones anuales a páginas porno. Muchos de ellos están barajando la idea de dedicarse al secuestro como método de apaciguar su soledad. El secuestro lo que tiene es que necesitas bastante tiempo hasta que el secuestrado o retenida te coja cariño bajo el influjo del síndrome de Estocolmo. Willy se ha convertido en el héroe de esa masa informe de desgraciados facebook. Willy se ha hecho un hombre en este país que no necesita de secuestradores externos para escupirse en un ojo con delectación masoquista. Desde su mirador de la cárcel ha podido comprender en qué consisten términos en lata como “nuevo orden mundial”, “nuevo modelo productivo”, “economía sostenible, renovable y envasable”. Desde su catre ha sido testigo de cómo el ejército español ha quedado para proteger la retirada bien retribuida de sus compañeros los piratas anémicos. Y entre carcajada y carcajada somalí, ha leído en un periódico de tirada nacional grandes trabajos de investigación donde se entrevistaba en exclusiva a su madre, a su padre, a un primo segundo, y se cubrían los festejos de bodas y orgías en su pueblo. Willy, en el escaso tiempo que lleva entre nosotros, nos ha cogido cariño como si fuéramos un perro bizco. Si espera podrá presenciar como dentro de pocas semanas el Tribunal Constitucional se declara a sí mismo inconstitucional, o cómo cualquier controlador de parquímetros enmienda la plana al Tribunal Supremo. Con gran perplejidad pirata, ha visto en los telediarios al señor Corbacho, el facilitador de más de cuatro millones de parados, ser homenajeado mientras desfilaba sin necesidad de doble por una alfombra roja. España ha sido secuestrada por la estupidez convirtiéndose en una gran red social donde nos quedamos pegados como moscas. Preguntado Willy -la única fuente fidedigna al respecto- por la cuantía del rescate, ha hecho mención a la ciencia denominada econofísica, que se dedica al estudio de la existencia del caos determinista en los patrones de transacciones económicas y sus horizontes de predicción temporal. Ahora vas y lo cascas. Y es que Willy está aprendiendo mucho en prisión, y a mí me da envidia su gran éxito social. Tanto que he decidido abrirme una cuenta para hacer amiguitos en una de esas redes, donde se puede leer y escribir, sobre todo escribir para que te lean y recojan esta maldita botella llamada España flotando en el océano. ¿Hay alguien ahí?
