Salicio vive en el tercero izquierda
A la profesora Esmeralda Casado, amiga tanto de García Lasso
´
El álamo, el laurel y el mirto hablan:
Cuando nos despidamos de los años
-justo este día de la derrota, encarcelada y rota,
en el tiempo de una guerra perdida-,
no vamos a saber qué decirles,
más que estuvo bien el cumplirlos,
aunque la melancolía juegue su partida
con todas las cartas marcadas,
y escriba sentado en el remite de las tardes,
con ojos perezosos, como gatos en fotos,
la sorda letra de victorias bajo humillantes arcos.
Deste día, para mí mayor que un año
en el que apagamos las sílabas y los alientos,
encendemos la epístola, una lenta carta,
y nos sentamos en el autobús de las palabras
para levantarnos solo, a pesar del frío,
largamente entrequedantes,
contra los violentos rótulos de español pésimo,
en esa babel de indulgencias ad inferos .
Y Salicio, solo por las tizas,
blanco de otras lenguas e iras,
con un cayado silencioso por las escaleras de hiedra
y una pizarra de lana por abrigo,
perviviendo en la izquierda de su tercero,
donde se quedan todas las Églogas ,
lejos de sus rebaños pastando fonemas
hasta el oscurecer las quejas en una concesiva,
aunque Garcilaso no la tenga clara,
y Aníbal nos mire desde la pértiga de sus versos
con la cara rara de los determinantes o las perífrasis.
Mientras, los acentos aturdidos de inglés
no respetan ni las ingles de Elisa ni Galatea.
Cuando nos despidamos de estos tan años
no se nos olvide pedirle el móvil a Salicio,
del que al menos nos sabemos el piso:
Abogado de desdenes y celos ,
aunque tal vez acabe desahuciado;
el correo electrónico a Nemoroso,
para advertirle del mapa del tiempo;
el material exacto de los versos a Aníbal,
con todas sus sílabas a medida.
Y a mí, déjame, amiga,
que te dé 286 maravedís tricolores, y una rosa,
pero también que le pida la dirección a Elisa,
carmín suicida donde pacer bebiendo.