La euforia.
De disparar contra los letreros luminosos
que parpadean tu nombre.
El ritual.
De clasificar,dos a dos,
las cáscaras de erizos de mar
que me confiaste.
La venganza.
De trepar por los ríos ya estancados
para borrar todas tus espumas.
La experiencia casi inútil.
De asomarse a nuestro balcón,
buscando como poseso aplicar
en plena caída libre
el 9´8.
Nuestra prometida fórmula de la gravedad.