Hermida Editores, una vez más, nos vuelve a sorprender con una nueva joya literaria. Dos húsares es una novela poco conocida en nuestro país, de un grande de la literatura universal.
Transcurre la historia en dos épocas diferentes. La primera se sitúa a principio del siglo XIX y la segunda comienza en 1848 pero, ambas, en la misma ciudad, “K”, de la que el autor únicamente nos da la inicial. Su protagonista es el conde Turbin padre. Mezclándose en ella el juego y las deudas, el amor y el honor. Se pone en evidencia el carácter de este húsar: galante, insolente, temerario. En ese tiempo Rusia está viva, fuerte y es gallarda.
En mayo de 1848 la historia se centra en el hijo del conde, joven de 23 años y oficial de la guardia real. En ese momento, el regimiento de húsares de S pasa por la región de K. Estará una sola noche, tiempo suficiente para que conozca a algunos personajes que se relacionaron con su padre. De pronto, como si el tiempo se hubiese detenido, se repiten situaciones similares a las que vivió su padre pero, ahora, las reacciones del nuevo conde son totalmente distintas, pues éste no responde de la misma manera que su padre. Además en veinte años, parece que, el alma rusa ha perdido fuerza y anhelos, cayendo en una fuerte vulgaridad.
Dos húsares de Tolstói es una de las grandes novelas cortas de todos los tiempos y su estructura es de una limpieza y exactitud sólo al alcance de los grandes escritores.
Considerada por la crítica como una de las mejores obras de Tolstói, Dos húsares (1856), traducida ahora al castellano por Olga Korobenko, es un “canto” a las licencias indecorosas y descaradas de la aristocracia militar rusa de la primera mitad del siglo XIX, cuya ejemplaridad fue perdiendo fuerza de generación en generación, aproximándose cada vez más hacia un ocaso que vivía de la exaltación de las medallas heredadas y de la gloria de tiempos pretéritos.
El conde Turbín es un oficial de húsares al que le gustan las mujeres, el juego, la bebida y los duelos. Aunque se deje llevar por sus gustos, no es esclavo de sus pasiones sino dueño de ellas. Dotado de un gran sentido del humor, sensibilidad y humanidad, une a su temperamento impetuoso y arrogante la elegancia de un carácter dominante y sobrio.
Un salto temporal de veinte años. El conde ha muerto. Tolstói hace aparecer en escena a su hijo, también oficial de húsares, que no puede vivir sino bajo la sombra de la fuerte e imponente personalidad de su padre, como un Hamlet desheredado. Hábilmente, el escritor ruso logra construir, a través de un juego de espejos entre la personalidad del padre y la del hijo, una historia de dos vidas cruzadas por el destino de las afinidades consanguíneas y por el deseo racional de destruirlas. Toda una obra de arte.
Lev Nikoláievich Tolstói (Yasnaia Poliana 1828 – Astapovo 1910) nació en el seno de una familia noble de la vieja Rusia, hijo del conde Nikolái Ilich Tolstói y de la princesa Mariya Volkonskaya. Su madre murió cuando tenía tan sólo dos años, y su padre cuando contaba nueve. Lev se trasladó junto con sus cuatro hermanos a casa de su tía en Kazán, en cuya universidad se matriculó en 1844 para cursar primero lenguas orientales y después Derecho, hasta que en 1847 abandonó los estudios, regresando a la propiedad familiar que heredó en Yasnaia Poliana. Comenzó a redactar el Diario , y allí respira por primera vez el ambiente de tensión entre clases, preocupación que lo acompañará el resto de su vida. Su espíritu inquieto le empuja a la carrera militar y al campo de batalla, aunque pronto viaja a Moscú para después volver al ejército, participando en la Guerra de Crimea (1853), donde se granjeó una buena reputación por su valor en el frente.
Decide dedicarse exclusivamente a las letras. Su obra Juventud (1854), ópera prima, lo coloca ya en las primeras filas de la literatura rusa, a la que le seguirá Dos húsares (1856). Viaja a Europa y se siente fuertemente impresionado por la nueva pedagogía y las ideas anarquistas del norteamericano Thoreau, que lleva a la práctica en Yasnaia Poliana, donde funda una escuela para pobres junto a la mansión familiar. Su actitud empieza a incomodar al gobierno, a la milicia y a la iglesia ortodoxa, cuyos ritos y liturgias aborrecía. En 1861 concede la emancipación a sus siervos y se establece definitivamente en su ciudad natal junto a su mujer Sofía Behrs, con la que tuvo trece hijos. Durante los primeros años de matrimonio escribe Guerra y paz (1864-1869), novela que lo consagra como gran escritor no solo en Rusia sino en Europa. A ésta le seguirán otras obras, entre las que destacan Ana Karénina (1877) y los relatos La muerte de Iván Ilich (1886) y La sonata a Kreutzer (1889). Profundamente religioso al final de su vida, en toda su trayectoria literaria refleja la constante búsqueda del sentido moral de la existencia humana y su posible justificación.