Quizás, una de las imágenes más curiosas de los Pasos de Semana Santa sea la de un demonio con tetas. En Orihuela, el Sábado Santo se procesiona la figura de una “diablesa”, realizada en el s. XVII, por un fraile, fray Nicolás de Bussy, para la que se ha pedido, por su originalidad, que sea considerada bien de Interés Cultural. Es la única imagen que existe en el mundo, en la que la mujer es considerada, directamente, como diablesa, lo que llama la atención, porque siempre ha estado en el punto de mira como el origen de muchas tentaciones y causa de todo tipo de pecados, desde la lujuria, hasta la ambición.
A veces pienso, que la palabra latina “malum” que significa de igualmente “manzana” como “mal”, se solapó en el adjetivo “mala”, identificando a Eva, con la manzana, y personificando en ella “la maldad”. Cuando la Biblia, se refiere a la fruta que comió y que luego dio a Adán, nunca cita una en particular, sino que habla en términos genéricos; “Vio, pues, la mujer, que el árbol, era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar la sabiduría, y cogió el fruto, y comió, y dio también de él a sus marido que también con ella comió”. Es curioso que sea la mujer la que tiene la inquietud de conocer, de adquirir la “sabiduría” y no el hombre, al que en el relato, se le pone como prácticamente idiota, pero al que ella le trasmite el conocimiento, algo realmente novedoso, ya que siempre ha sido históricamente a la mujer a la que han considerado tonta y de pocas luces. Sin embargo, otros soslayan esta consideración y creen que no es la sabiduría lo que le atrae, sino la soberbia y conseguir un estatus social elevado, “seréis como dioses”, pero también la inmortalidad, el no envejecer. Y con estas propiedades de antienvejecimiento, está considerada , en muchas culturas, la manzana, cuyo aspecto de lozanía y salud queda plasmado en el dicho popular: “Estás más sano que una manzana”. Pero es que a la vez, al comerla les abre los ojos a la sexualidad. Adán y Eva descubren, tras morderla, que estaban desnudos y sienten que entre ellos algo ha cambiado. Es, como el despertar del niño que pasa de la inocencia, a la turbación que le produce descubrir su propia sexualidad. De ahí, que tras esta situación nueva, ocasionada al morder la fruta, esta pasará en la cultura cristiana y occidental con un significado, que la hace un sinónimo de sexualidad y lujuria, identificándola con las tentaciones carnales inducidas por la mujer.
Así, la manzana se convierte desde el S. V en la fruta del pecado. Posiblemente, este significado no sea original de la cultura judeo-cristiana, sino heredada de la greco-latina.
Cuenta Homero, como Eride, la diosa de la Discordia, molesta por no haber sido invitada a las bodas de Peleo, a la que habían sido convidados todos los dioses, menos ella, se presentó en el banquete para vengarse. Arrojó una manzana de oro sobre la mesa, diciendo que sería para la más hermosa. Este título se lo disputaron tres diosas, Atenea , Afrodita y Hera . Fue tal la discusión entre ellas, que Zeus recurrió a Paris, hijo del rey de Troya para que decidiera cuál de ellas se la llevaría. Envió a Mercurio el mensajero a buscarle, esperando que ya que se había alejado del mundo criando cabras, su juicio sería imparcial. Las tres intentaron sobornarlo, ofreciéndole, poder, sabiduría y amor y mostrándose desnudas ante él para que pudiera elegir. Finalmente escogió a Afrodita, que era la que le había ofrecido el amor. El resultado de ello, es que se enamoró de Helena, esposa del rey de Esparta, Menelao, raptándola y llevándosela a Troya. Ocasionando la guerra. Lo que confirma el sentido erótico y de resultados nefastos de esta fruta. Tal como ocurre en el cuento de Blancanieves, con la manzana envenenada, en el que el componente amoroso, esta vez, es liberador, personificado en el beso del príncipe.
Una de las leyendas mitológicas más conocidas es la de Atalanta, a quien su padre, deseoso de tener hijos varones, al nacer, la abandona en el monte Partenio. Una osa la amamanta, hasta que es recogida y criada por unos cazadores.
Decide mantenerse virgen y consagrarse a Artemisa. Pero un oráculo le predijo que el día que se casara se convertiría en un animal. Para evitar pretendientes anunció, que sería su esposo aquel que la venciera en una carrera, pero si perdía debía morir. Debido a su belleza fueron varios los que la desafiaron y aunque les daba al inicio cierta ventaja, todos acabaron muertos por su mano. Hipomenes decidió retarla, pero tenía unas manzanas de oro que la diosa del amor Afrodita, le había regalado, procedentes del jardín de las Hespérides. Y cada vez que Atalanta le iba a adelantar arrojaba una manzana al suelo y Atalanta se paraba para recogerla, consiguiendo de esta manera vencerla. Vivían muy felices, pero al entrar en un santuario de Zeus, gozaron sexualmente. El dios consideró que aquello era un sacrilegio y para castigarlos los convirtió en leones, ya que era creencia, entre los griegos, que los leones vivían separados, condenándolos además a tirar del carro de la diosa Cibeles.
Una vez más, la manzana se encuentra inmersa en una simbología, en la que el amor, la sexualidad y la desgracia se encuentran fatalmente unidas.
Podría continuarse profundizando en este complejo significado simbólico, que encontramos, no sólo en el libro sagrado de los judíos, la Biblia, sino en toda la tradición de la cultura mediterránea, y seguir con el mito del jardín de las Hespérides, que le regaló Zeus a Hera al casarse, en el que había plantados manzanos que daban frutas de oro, con lo que confirmaríamos esa unión de; fruta, con elementos de amor y pasión.
Pero saltando de los griegos a los pintores clásicos, son muchas las presencias “casuales” de la manzana, dotando al cuadro de un sentido simbólico más allá de lo aparente, y que en cierta manera resume toda la composición, orientada precisamente a dirigir ideológicamente al espectador hacia ese mensaje. Así aparece en el cuadro de Van Eyck, el “Matrimonio Arnolfini” La presencia de esta fruta, sola, nos está definiendo todo el sentido del cuadro. La manzana colocada estratégicamente en la ventana que da a la calle, indica que el mal se encuentra fuera, y que el papel de la mujer, está dentro de casa. El mismo Zurbarán, en su cuadro “Fray Gonzalo de Illescas”, que se encuentra en la sacristía del Monasterio de Guadalupe, viene a redundar en el mismo significado, con la imagen de una manzana colocada junto a una ventana y sobre un libro.
Pero sin duda, uno de los cuadros en los que el simbolismo de la manzana dota al cuadro de todo su significado sexual es el “Pestillo” de Honoré Fragonard, que se exhibe en el Museo de Louvre. Toda la composición gira alrededor de dos objetos, la manzana, situada sobre una mesita, y el pestillo con el que se une en una perfecta diagonal, y que la mano del joven va a cerrar con una mano, mientras con el otro brazo sujeta a una apasionada joven a la que la abigarrada composición de la ropa que viste, sirve de contraste a la escasez de la misma del hombre, acentuando la fogosidad sexual de la escena.
Lector, cuando la próxima vez te comas una manzana, deléitate con ella, pero sobre todo, tienta con ella a tu pareja.